viernes, 4 de marzo de 2011

Querer morir

"Me preguntas pero casi nunca puedo recordar.
Yo camino con mi ropa, impoluta de ese viaje.
Luego, el deseo casi innombrable vuelve.

Incluso entonces nada tengo contra esta vida.
Conozco bien las briznas de hierba que mencionas,
los muebles que has puesto bajo el sol.

Pero los suicidas tienen un lenguaje especial.
Como carpinteros, quieren conocer con qué herramientas.
No preguntarán por qué construir.

Me he afirmado dos veces con facilidad,
he poseído al enemigo, he comido al enemigo,
he aprendido su arte y magia.

De esta forma, densa y reflexiva,
más caliente que el aceite o el agua,
he descansado, baboseando por la boca de la máscara.

No pensaba en mi cuerpo ante la aguja.
Incluso había olvidado la córnea y aquellos restos de orina.
Los suicidas ya han traicionado al cuerpo.

Nacidos muertos, no se matan siempre,
pero deslumbrados, no olvidan una droga dulce,
tan dulce que hasta los chiquillos mirarían y sonreirían.

¡Toda esa vida escondida en tu lengua! -
eso, se convierte en pasión.
La muerte es un triste hueso; magullado, me diríais

y, no obstante, ella me espera, año a año,
para deshacer con sutileza una vieja herida,
para extraer mi aliento de su horrible cárcel.

Allí, en equilibrio, los suicidas se encuentran,
arrasando fruta, una luna hinchada,
dejando el pan que equivocaron por un beso,

dejando abierto el libro por descuido,
algo no hablado, el teléfono descolgado
y el amor, no importa lo que fuera, una infección."


Querer morir, Anne Sexton.




Tenía una explosión de volcanes en la cabeza, pero a pesar de ello, encontré alguna excusa para hablar con él. Siempre la encuentro, y eso le preocupa. Soy una consentida, es cierto... pero sabe de sobras que le necesito.
Aunque se niegue a aceptarlo, es un bálsamo para mí. Siempre se negará a aceptar esa realidad y lo tengo más que asumido, pero no me importa demasiado. Sé que lo sabe, y con eso me conformo.

Ayer charlábamos de poesía para no variar. Somos dos opuestos: él tan contemporáneo y yo tan sumamente clásica. A pesar de tener gustos que divergen bastante, nos gusta encontrar puntos en común entre los dos.
Parece ser que ayer era el día para encontrar uno de esos puntos.

Me comenta que su hermana le ha regalado un libro de poemas de una tal Anne Sexton. Francamente, ese nombre no me sonaba demasiado. Quizá de haber pasado por encima suyo sin prestarle demasiada atención, o de algún comentario suspendido en el aire. No lo sé. Pero que él lo comente despierta mi interés; siempre que me comenta algo con esa risilla de fondo, vale la pena.

Me pasa una fotografía de la tal Anne. En un principio, sonrío y le digo que me recuerda vagamente a la agente Dana Scully (supongo que por esa mirada tan intensa y clara). Miro la fotografía una vez más, y le comento la intensidad y la fuerza que desprenden esos ojos. Él sabe que esos pequeños detalles son importantes para mí, y automáticamente me recuerda que mis primeras lecturas de Alejandra Pizarnik (una de mis favoritas) empezaron a raíz de contemplar esa mirada suya tan indescriptible.
Es cierto que te puedes llevar decepciones dejándote guiar por esas cosas. Aunque de momento, a mí no me ha pasado nunca.

Le pido que me lea algo y empieza a buscar un poema que ha señalado como bueno. "Querer morir", se titulaba. Lo lee y le pido que lo vuelva a leer. Hace una lectura pausada, detallada, bien entonada. Sabe leer poesía y le gusta hacerlo.
Por mi parte, quedo embelesada con el poema de Anne.

Busco alguna versión por internet y me llevo varias decepciones. Ninguna de ellas coincide con la que él me había leído, y la verdad es que todas son bastante malas.
Parece que los traductores querían imponer su fuerza entre las líneas de Anne.
Traducir poesía no consiste en eso. Una buena traducción es aquella que respeta le esencia del poema. Cierto es que para traducirlo, debes hacer ese poema "tuyo" y tienes que "reescribirlo". Pero no de esa manera tan salvaje; se trata de reescribirlo, no de destrozarlo.

Ahora, con el vacío de su voz silenciada, he vuelto a buscar la versión que ayer me leyó. Por suerte, la he encontrado, y he recordado esa fuerza que tanto me había impactado.
Esa fuerza entre las líneas de su mirada.

3 comentarios:

  1. ¡Poemón! Y bonita historia de fondo. Qué bueno es tener a alguien detrás, que sea capaz de ayudarte aunque él no lo sepa. Espero que sigas sin conocer el sabor de la decepción de una persona a la que quieres.

    Besos!

    P.d: estoy en el centro de Girona, en el casco antiguo ;)

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  2. Excelente poema, yo tampoco había oído hablar de Anne Sexton... me ha encantado tu forma de narrar tu encuentro con ella a través de ese gran amigo. Felicidades. Un abrazo.

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  3. ¿El casco antiguo? ¡Qué bonito! Aunque supongo que desde fuera siempre se ve mejor que desde dentro... ;P

    El poema es una pasada. Me impactó tanto que no dudé ni un segundo en buscarlo y compartirlo aquí. Es maravilloso tener a alguien que te muestre estos pequeños tesoros desconocidos... y es maravilloso también que ese alguien nunca te decepcione.

    Me alegra que os haya gustado esta entrada, chicas. Siempre que pueda mostrar a autores/as así de buenos, lo haré.

    ¡Un abrazo!

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