domingo, 22 de mayo de 2011

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Me pasé la noche en los charcos
como una botella de cerveza
tirada en la acera.
Las horas no eran horas
y el silencio era un cúmulo de ruidos muertos.
Unos extremistas se abren la cabeza cerca.
Cerca.
Unos extremistas pierden el norte hasta el extremo
y no hay sorpresa en los minutos refugiados.

Yo tengo tres palabras y un bolígrafo.
Nunca ha importado demasiado
en altas horas derramadas como éstas.
La noche me pregunta si sirve para algo
y yo le escupo.
Los nudillos sangran mi rabia.

Me pasé la noche en los charcos
porque ya no tenía nada mejor que hacer.
Algo se había perdido y no supe encontrarlo.
El silencio corta y mata cada segundo que pasa.

Yo tengo tres palabras y un bolígrafo
y los charcos me preguntan si sirve de algo.
Hay una hoja en el suelo
y tres palabras que vomitan sin sentido.
Pero esas ciénagas me insisten con sus preguntas
hasta la saciedad de los pulmones.
Los nudillos sangran
como la pena más profundamente perdida.
Tengo tres palabras
y cuatro gotas de sangre, señores.
Como la mezcla más perfecta.
Y el silencio de los charcos ahoga la noche.

2 comentarios:

  1. En mi opinión es muy bueno, impactante, profundo, sincero. Te felicito Judith. Un beso.

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  2. me sumo a la felicitación, judith.

    dale!

    besos
    pepe (sopero)

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