jueves, 24 de octubre de 2013

Sepultados bajo el hormigón

"Y entonces vino lo peor: nada. Nada de nada durante diez años, nada durante 3.652 días y 3.653 noches. Se acabó el juego, los juegos, la sal de mi existencia. He equivocado mi vida como los protagonistas de las tragedias de Racine; Hermione en versión tío. “¿Dónde estoy?”, “¿qué he hecho?”, “¿qué debo hacer ahora?”, “¿qué arrebato me arrastra?”, “¿qué dolor me atenaza...?”.
No puedo saber si amo o si odio. Sophie me ha matado, asesinado, degollado, follado, y muchas otras rimas bobas. Hasta que acabé por considerarlo parte del pasado y por conformarme con la insípida felicidad de mi existencia: el amor, la familia, el trabajo, la antena parabólica... puro Racine, ya os lo he dicho.
Os resumo mi vida a los 35 años. Lo tenía todo: una mujer, dos hijos, tres colegas, cuatro préstamos, cinco semanas de vacaciones, seis años de antigüedad en la empresa, siete veces mi peso en equipos de sonido, ocho coitos conyugales al trimestre, nueve veces el perímetro terrestre en envases de plástico, bandejas de poliestireno y otros envoltorios alimentarios no biodegradables... y diez años sin ver a mi padre. La felicidad. El lote completo del tirano que quise ser desde mi infancia. De modo que ser adulto era esto… tener un velocímetro que marca de 0 a 210 pero no ir nunca a más de 60; unas 40 meteduras de pata como esta con mi padre, 96 mentiras a mi jefe...

- ¿Sí? Dorzak, ya voy... no, no, ya voy, ya voy, tardaré unos 10 años como mucho... digo, unos 10 minutos... no, no, empieza la reunión sin mí, ya sabes cómo son los atascos de los lunes...

Ahora 97. 123 pesadillas en las que por fin me había convertido en un tirano...
La ciudad había cambiado. La muerte también. 489 horas vagando por el cementerio con la esperanza de que ella regresara para cantarme de nuevo La vie en rose. Creía que no la necesitaba. Haber pensado que mamá sabía volar gracias al juego... hay que ver lo equivocado que estaba.
Estaba tranquilo. Llevaba 10 años día tras día sin tener noticias de Sophie. La apuesta finalizaba hoy con la precisión implacable de un metrónomo, pero seguía sin noticias, ni una palabra de ella. Estaba claro que me había olvidado.
Yo a ella no."

Jeux d'enfants
(cap ou pas cap?)

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