martes, 28 de enero de 2014

1.05

Muchos silencios se preguntan hasta qué momento
permanecerán pegados al paladar de la duda.

La nocturnidad quedó disuelta en las bocas
cuando decidí volver a hablar.
Nadie reconocía mi voz,
pero yo sentía que era capaz de reflejar
mi delirio en una gota.
Nadie oyó mi voz,
pero yo convertí las vibraciones
en intenciones innatas.

Recuerdo cuando me pusieron entre comillas;
solo fui otro pedazo de carne desangrado
en el matadero.
La alquimia de la palabra que no es pronunciada, sí,
eso supuso que todos fuéramos desmembrados
desde el inicio
(sin brazos, sin piernas,
sin espíritu para arrastrarnos hasta la tumba).
Transmutaciones de la palabra en materia, sí,
eso balbuceamos
cuando arrancábamos silencios que no quisieron descolgarse
del falso útero de nuestras gargantas.


Contra toda sensatez
hoy he vestido mi ira con paños blancos.
Cuando la sangre de mis ojos dibuje el camino
todo cesará,
pero hasta entonces todas las noches
serán vomitadas desde esta boca
única e inequívoca
que es la vida.
Entonces reconocerán mi voz
como la primera arcada de reacción
contra una falsa cordura;
mi voz será voz, al fin,
incorporeidad repudiada
sobre toda materia.

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