domingo, 26 de enero de 2014

22.27

No voy a arrodillarme ante ninguna virgen para beber cal de agua.
Soy uno y ninguno, señor,
soy el comienzo y el final de mis principios;
soy la sombra colgada en la máscara,
soy ninguno y quizá sea uno, señor,
pero no soy consciente de la longitud de mis manos
ni de hasta qué lugar puede prolongarse
mi minúsculo ser.

Soy quien conoce las travesías y las fragancias de sus putas,
soy toda esa infamia ardiendo en el ojo
porque todo lo he visto y a todo llego.
Conozco a todos y soy todos, señor.
Soy la luz penetrando la pupila,
los semáforos y los relojes apagados.

Y aun así sigo.
Sigo sin ser nadie,
nadie más que alguien que viste su dolor y desconoce
por no probar las sales y tus múltiples voces
en la noche.
Soy uno y ninguno
despavorido ante el eterno cuchillo en sus manos,
escondido bajo la perspectiva
de aquello que no puede alcanzarse;
mutilando palabras hasta deshojar
el último pétalo de esta lengua
que me aleja y me acerca a todos.

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