jueves, 2 de enero de 2014

3[19]

Un puñado de nada. No podría ser otra cosa si no estuvieras aquí, en mí.
El sol es más apacible desde que desperté por primera vez. Ya no abrasa mi piel con la furia y la precisión de un asesino implacable, sino que se desliza lento y calmado por cada recuerdo que he encontrado entre tus manos. Ya no me arden las venas en un lago de temores injustificados ni trato de arrancar de mí al yo asustado que tiembla como la fina piel del río en contacto con el viento; tengo tu cobijo, nuestro cobijo, nuestra verdad... y un abrazo prolongado desde marzo lo confirma.

El sol es más apacible desde que al fin floreció tu voz en mi garganta.
Mucho más apacible.

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