sábado, 14 de enero de 2012

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(La asfixia de las paredes es superior a la del cielo,
quizá porque las nubes son más ligeras que el cemento).

Yo me asfixio y me reencuentro como un viejo amigo,
arrastro el sabor amargo de la soledad y su sombra,
porque sólo soy una soñadora más de esas
que ha olvidado soñar y no recuerda una manera.
Presa en este sueño idílico, borro huellas,
robo recuerdos, escondo toda señal de existencia
que pueda haber existido más allá de mis ojos.

Yo escribo y me reencuentro como esos antiguos amigos
que evitan verse día a día, y no lo consiguen.
Escribo como escribe la voz formas en el viento,
escribo como escribe sueños el preso mientras lo persiguen,
escribo y me ahogo en la tinta que desangra cada una de mis palabras,
escribo el canto desgarrador de un pájaro asesinado;
te escribo a ti y nos escribo a ambos,
deseando que el llanto pese menos en tu pena.
Yo también estoy aquí. Existo,
o de eso intento convencerme cada día
mientras esquivo cada charco de lodo.
Yo también estoy aquí, y lloro
como lloran las hojas antes del último salto en otoño.

Perdida con señales a todas direcciones;
ningún camino es posible, o eso parece.
Pero sigo intentando volver al centro de la gravedad olvidada.
Sigo intentándolo.
Sigo.



Dedicado a una amiga del otro lado del océano, donde el horizonte no alcanza. Para que veas que sigo aquí después de todo.

1 comentario:

  1. Todo el que tiene la sensibilidad a flor de piel sufre necesariamente más que otros, parece que es un precio que hay que pagar, pero a cambio se tienen muchas cosas buenas como la necesidad de expresar sentimientos, la capacidad de soñar, de apreciar la belleza, de conmoverse ante una caricia, una imagen, una canción, de reaccionar ante la injusticia y mil cosas más que tú conoces muy bien. El camino no es fácil pero hay que seguir caminando. Gracias por seguir adelante, me alegro de verte de nuevo aquí, en tu blog.

    Muchos abrazamos sueños
    que luego el azar enreda
    entre hilos de suave seda
    y algún predador de sueños
    engulle nuestros ensueños.
    No cedamos a atropellos,
    defendámonos de aquellos
    que nunca tienen bastante,
    no dudemos ni un instante,
    protejamos lo que es bello.

    Un gran abrazo, Judith

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