oigo cánticos para un Dios siniestro
esa música que disuelve la realidad en los oídos
su olor a liturgia y esas voces
esas voces de mi sangre que desconozco
la voz de ellos y su sangre vertida
que canten ahora un canto hecho sueño
que canten sus bocas sordas y ciegas de brazos
hasta encerrar a su Dios inconsciente
que canten ellos
los encerrados en su pecho de cruz sobre el barro
que canten su constante alabanza a la muerte
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