viernes, 29 de enero de 2016

1.54

¿Quién decide qué sol será el que le queme la piel?
Cuando la noche llega abriendo con sus dedos de sangre el frío de los huesos solo queda el beso, el lento besar de esa mirada que era mía y no. Será que era cierto y tu vena era la flor siempre abierta en los cauces de mis aguas; será que era cierto, sí, y en la tendencia de la carne mi cuerpo solo quería ser uno para tu sueño, como el latido constante en los cálidos brazos de la mañana. Tantas cosas eran ciertas que ahora soy solo un nombre. Un nombre.
Lo sé: no vas a estar aquí para cesar las voces que me nombran buscando únicamente arrancar de mí las venas de tu sangre.
Y sí, lo sé: no hay lugar donde esconderse.
No.
Ni siquiera en ti.

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