"Había cambiado. No poseía ya nada de la ninfa, de la luminosa aparición perfumada que había sido al amanecer. Sus ojos eran azules y no negros. Y su piel estaba poblada de pecas: en la nariz, en el escote, en los brazos. Aquellas pecas estaban llenas de gracia, le sentaban bien al tono de su piel y a sus cabellos rojizos. Pero no las había visto entonces, al amanecer, cuando ella era aún su sueño. Con vergüenza y tristeza se dio cuenta de que lo que sentía hacia ella era resentimiento, resentimiento porque no había seguido siendo un sueño. Y supo que nunca se perdonaría a sí mismo aquel resentimiento.
- Espera -repitió-. Iola... Quisiera...
- No le digas nada, Geralt -dijo Nenneke-. Y de todas formas no te va a contestar. Desaparece, Iola. Date prisa, chiquilla.
La muchacha, envuelta en el albornoz, se arrastró hacia la puerta, haciendo ruido en el suelo con sus pies desnudos, turbada, sonrojada, torpe. Ya no recordaba en nada a...
Yennefer."
Andrzej Sapkowski
["ojos que, como se temía, iban a convertirse para él en..."]
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