En momentos como este la presencia es un halo confuso;
una torcida luna colgada en la lejanía
que observa radiante el telón desgarrado.
La presencia es una pena mecida en una hoja,
cayendo estrepitosa en el hueco del vacío.
Todo es descriptible en el fondo de esta ciénaga, pero
¿quién soy yo para juzgar la ambrosía de los labios,
el veneno, o las palabras muertas en callejones?
La noche teje sus hilos de plata y los esparce por las calles,
y las farolas son sólo puñados de constelaciones dispersas.
La herida no es tan profunda como para creer que he muerto,
y el grito del alba es una atormentada melodía de violines anaranjados.
A pesar de todo, yo no creo. ¡No creo!
Y me aferro a mi personaje digno de las peores comedias.
Dejé de creer cuando la luz en mis ojos era menos cegadora que el cuchillo.
No recuerdo el momento ni la herida, pero sí la sangre manchando mis pies
y cubriendo mis manos con su tedioso sabor de hierro oxidado.
Yo dejé de creer, Señor,
cuando la luz que me mostró mi madre era mucho más poderosa que la tuya.
Allí su luz y mis doloridos ojos
saciados de brillo y de muerte nueva los pulmones.
¿Quién firmó mi sentencia? ¿Quién, sin el mínimo temblor en las manos
y sin el manifiesto de la duda en el ceño, podría sentenciar algo
que ni siquiera había comenzado a manifestarse?
¡El gran intérprete! El gran director decidió entonces
zarandear su batuta,
matándome incluso mucho antes de haber nacido.
Ahora tú, sagrado actor, impune personaje de tragedias vacías,
puedes seguir representando un papel demasiado desgastado para volver a representarse.
Ahora tú... ¡usted! Disculpe mi osadía,
sólo es otra estrella que se apaga o que lleva demasiado tiempo brillando muerta.
Un escrito, en mi opinión denso, que deja muchas cosas sobre el papel y muchos interrogantes en mi mente.
ResponderEliminarPienso ahora en lo difícil que es vivir, creo firmemente que no es fácil para nadie, nuestra percepción de las cosas, de los demás y de nosotros mismos, algunas creencias impuestas, enredos, confusiones, verdades a medias, mentiras grandiosas… estamos inmersos en un mundo de madejas embrolladas… lo peor es que la tendencia que se impone cada vez más, no es precisamente la de simplificar y hacer que la lucha sea más llevadera, sino al contrario.
Por encima de todo, te felicito, leo diariamente un montón de escritos en esta pantalla, si tan sólo unos pocos dejaran tanto en que pensar, ya sería un buen motivo para sentir cuando menos que unos cuantos no estamos tan solos ni alejados como nos parece.
A veces me encantaría encontrar alguna definición para las cosas que escribo. Sobre el papel dejo más cosas de las que veo, créeme, puesto que ni siquiera yo estoy segura de lo que quiero decir hasta que lo vuelvo a leer. Entonces se aclara todo, creo.
ResponderEliminarEsa tendencia a complicarlo todo hace las cosas bastante insoportables, pero lo llevo muy bien, lejos de lo que pueda parecer aquí.
Gracias y mil gracias por tu apoyo. Siempre es un placer leerte, y lo sabes.