La amarga altitud aún de ser, aún si acaso mañana llegara en el desequilibrado filo. Nunca sé ya: si carne, cuchillo, o el lado aquel que decías mío.
Colgando allí, ayer. De él, todavía el margen de su espejo equivocando la mañana, por siempre vuelto a sí mismo; cristal líquido de labios, reflejo de reflejo de reflejo de...
viernes, 29 de abril de 2016
jueves, 28 de abril de 2016
XXXIII
"Si lloviera esta noche, retiraríame
de aquí a mil años.
Mejor a cien no más.
Como si nada hubiese ocurrido, haría
la cuenta de que vengo todavía.
O sin madre, sin amada, sin porfía
de agacharme a aguaitar al fondo, a puro
pulso,
esta noche así, estaría escarmenando
la fibra védica,
la lana védica de mi fin final, hilo
del diantre, traza de haber tenido
por las narices
a dos badajos inacordes de tiempo
en una misma campana.
Haga la cuenta de mi vida
o haga la cuenta de no haber aún nacido
no alcanzaré a librarme.
No será lo que aún no haya venido, sino
lo que ha llegado y ya se ha ido,
sino lo que ha llegado y ya se ha ido."
César Vallejo
de aquí a mil años.
Mejor a cien no más.
Como si nada hubiese ocurrido, haría
la cuenta de que vengo todavía.
O sin madre, sin amada, sin porfía
de agacharme a aguaitar al fondo, a puro
pulso,
esta noche así, estaría escarmenando
la fibra védica,
la lana védica de mi fin final, hilo
del diantre, traza de haber tenido
por las narices
a dos badajos inacordes de tiempo
en una misma campana.
Haga la cuenta de mi vida
o haga la cuenta de no haber aún nacido
no alcanzaré a librarme.
No será lo que aún no haya venido, sino
lo que ha llegado y ya se ha ido,
sino lo que ha llegado y ya se ha ido."
César Vallejo
martes, 26 de abril de 2016
21.27
Me llamabas con el nombre que me pusiste y nadie contestaba; cerrados los campos y envueltos alrededor de sí mismos como una madeja de lana. Sonó tu voz una vez, y otra. Quizá otra más. Nadie allí para contestar; allí, nadie, nadie.
Parecías sonarme desde dentro: "escucha", dijiste una vez. Vinieron después otras palabras y, tras ellas, volvió a vibrar en la punta de los dedos la llamada profunda para el abismo: "cuando el agua caiga sobre el cristal, ¿dónde empezar o terminarse?"; susurro del viento en su tropezarse con los límites de la carne. "Escucha", de nuevo, pero todavía como la primera vez; "escucha. Salta".
Y deseando entonces que mi sangre hiciera al Dios aparecerse, llegó la nada.
Parecías sonarme desde dentro: "escucha", dijiste una vez. Vinieron después otras palabras y, tras ellas, volvió a vibrar en la punta de los dedos la llamada profunda para el abismo: "cuando el agua caiga sobre el cristal, ¿dónde empezar o terminarse?"; susurro del viento en su tropezarse con los límites de la carne. "Escucha", de nuevo, pero todavía como la primera vez; "escucha. Salta".
Y deseando entonces que mi sangre hiciera al Dios aparecerse, llegó la nada.
lunes, 25 de abril de 2016
Corona
"En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos.
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.
En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.
Mi ojo asciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.
Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.
Es tiempo."
Paul Celan
(Versión de José Ángel Valente)
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.
En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.
Mi ojo asciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.
Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.
Es tiempo."
Paul Celan
(Versión de José Ángel Valente)
domingo, 24 de abril de 2016
59
"De tu anegado corazón me llega, como antes tu voz, el vaho oscuro de la muerte. Habítame con ella. Ni siquiera la muerte pueda de mí jamás arrebatarte."
José Ángel Valente
José Ángel Valente
sábado, 23 de abril de 2016
9
"Fuera menos penado si no fuera
nardo tu tez para mi vista, nardo,
cardo tu piel para mi tacto, cardo,
tuera tu voz para mi oído, tuera.
Tuera es tu voz para mi oído, tuera,
y ardo en tu voz y en tu alrededor ardo,
y tardo a arder lo que a ofrecerte tardo
miera, mi voz para la tuya miera.
Zarza es tu mano si la tiento, zarza,
ola tu cuerpo si la alcanzo, ola,
cerca una vez pero un millar no cerca.
Garza es mi pena, esbelta y triste garza,
sola como un suspiro y un ay, sola,
terca en su error y en su desgracia terca."
Miguel Hernández
nardo tu tez para mi vista, nardo,
cardo tu piel para mi tacto, cardo,
tuera tu voz para mi oído, tuera.
Tuera es tu voz para mi oído, tuera,
y ardo en tu voz y en tu alrededor ardo,
y tardo a arder lo que a ofrecerte tardo
miera, mi voz para la tuya miera.
Zarza es tu mano si la tiento, zarza,
ola tu cuerpo si la alcanzo, ola,
cerca una vez pero un millar no cerca.
Garza es mi pena, esbelta y triste garza,
sola como un suspiro y un ay, sola,
terca en su error y en su desgracia terca."
Miguel Hernández
viernes, 22 de abril de 2016
Situación
MUJER DESNUDA. Tus manos están podridas. Mírate: puedo ver cuatro florecillas ahogándose en tus palmas. Me das asco.
DESCONOCIDA. ¿No eran para ti estas manos? ¡Una flor entera, una flor de dedos que se abre al amanecer!
MUJER DESNUDA. No te conozco.
DESCONOCIDA. Me conociste.
MUJER DESNUDA. No recuerdo nada.
DESCONOCIDA (Acercando las manos al rostro de la MUJER DESNUDA). Mi regazo huele aún a flores frescas. ¿No recuerdas? Te escondías en mi ombligo y cantabas como un pajarillo. Estoy segura. Estoy...
MUJER DESNUDA. Estás, pero no puedes ser. Y el olor de lo que fue frescura es ahora solo un pozo para la muerte; agua estancada que no se mueve, nada más. Y tú llevas tu propio pozo en ti como un jarrón, forzando la espera del filo. ¿Qué quieres? No te reconozco.
DESCONOCIDA. Los pozos se abren entre mis dedos como manantiales.
MUJER DESNUDA. Te resistes al cuchillo del aire, pero los juncos de las orillas nunca se doblan. ¿Qué quieres, qué flor de ti, por siempre cerrada, esperas? ¿Crees que no entiendo? (Pausa.) Mientes a los pies del agua, pero el filo siempre llega para abrir los labios de la carne.
DESCONOCIDA (Apartando las manos). ¡Mientes! ¿Dónde empiezan a derramarse los bordes de la mentira?
MUJER DESNUDA. Desde tus manos.
DESCONOCIDA. La flor de mis venas canta al sol y sigue sus bracitos para sumarse a su cuerpo. ¡Tan hermoso! Es maravilloso, ¿no crees? (Escribe un poema y lo lanza al aire. Al caer, el papel se ha vuelto negro.) Es un milagro, como el de los ojos bebiendo la sangre de la mañana, como el de un cuerpo latiendo todo lo que no se ve, pero que se intuye desde los bordes mismos de la cintura (Da la espalda a la MUJER DESNUDA.) No puedo ser más que eso, ¿no lo ves? Mis manos, estas manos...
MUJER DESNUDA. Están podridas. Tus dedos son solo la raíz que permanece de aquello que fue cortado. Y veo esas cuatro florecillas en tus palmas, o no las veo. Pero tú sigues intentando definirte con tus palabras y te limitas en ellas. Solo cuatro florecillas...
DESCONOCIDA (Llorando). Estas manos...
DESCONOCIDA. ¿No eran para ti estas manos? ¡Una flor entera, una flor de dedos que se abre al amanecer!
MUJER DESNUDA. No te conozco.
DESCONOCIDA. Me conociste.
MUJER DESNUDA. No recuerdo nada.
DESCONOCIDA (Acercando las manos al rostro de la MUJER DESNUDA). Mi regazo huele aún a flores frescas. ¿No recuerdas? Te escondías en mi ombligo y cantabas como un pajarillo. Estoy segura. Estoy...
MUJER DESNUDA. Estás, pero no puedes ser. Y el olor de lo que fue frescura es ahora solo un pozo para la muerte; agua estancada que no se mueve, nada más. Y tú llevas tu propio pozo en ti como un jarrón, forzando la espera del filo. ¿Qué quieres? No te reconozco.
DESCONOCIDA. Los pozos se abren entre mis dedos como manantiales.
MUJER DESNUDA. Te resistes al cuchillo del aire, pero los juncos de las orillas nunca se doblan. ¿Qué quieres, qué flor de ti, por siempre cerrada, esperas? ¿Crees que no entiendo? (Pausa.) Mientes a los pies del agua, pero el filo siempre llega para abrir los labios de la carne.
DESCONOCIDA (Apartando las manos). ¡Mientes! ¿Dónde empiezan a derramarse los bordes de la mentira?
MUJER DESNUDA. Desde tus manos.
DESCONOCIDA. La flor de mis venas canta al sol y sigue sus bracitos para sumarse a su cuerpo. ¡Tan hermoso! Es maravilloso, ¿no crees? (Escribe un poema y lo lanza al aire. Al caer, el papel se ha vuelto negro.) Es un milagro, como el de los ojos bebiendo la sangre de la mañana, como el de un cuerpo latiendo todo lo que no se ve, pero que se intuye desde los bordes mismos de la cintura (Da la espalda a la MUJER DESNUDA.) No puedo ser más que eso, ¿no lo ves? Mis manos, estas manos...
MUJER DESNUDA. Están podridas. Tus dedos son solo la raíz que permanece de aquello que fue cortado. Y veo esas cuatro florecillas en tus palmas, o no las veo. Pero tú sigues intentando definirte con tus palabras y te limitas en ellas. Solo cuatro florecillas...
DESCONOCIDA (Llorando). Estas manos...
jueves, 21 de abril de 2016
0.15 [no]
Te nombro para desaparecerte; cerrada tú -aunque abierta la voz-, te rebosas de la presencia que colma de ti las venas del cuerpo ausente. Materia. Te acerco a mí y te escapas; espero tu voz, nunca llega.
Entonces mi nombre en tu boca; desaparezco.
Silencio.
Cerrada yo en la voz cerrada.
Entonces mi nombre en tu boca; desaparezco.
Silencio.
Cerrada yo en la voz cerrada.
[but all the choirs in my head sang: no]
miércoles, 20 de abril de 2016
lunes, 18 de abril de 2016
22.02
Despierta tu desnudez sobre las sábanas; manzana mordida que se invierte en la lengua de los ojos. Te susurré: "me aterra la revelación del sueño, así que mantenme despierta en el cóncavo latido de tu cuerpo". Entonces las anaranjadas ráfagas habían exigido ya el amor en la cumbre de su sacrificio, y yo solo podía sentir una vibración de labios en el suceder y sucederse del beso de una noche de mareas insomnes. "Frases largas para captar la brevedad prolongada de todo lo efímero", decías tú, germinándote desde el propio centro de ese olor intenso tan tuyo, o tan mío, o tan de lo que tú eres cuando yo.
Todo inconcluso.
Diez de la mañana; despierta tu desnudez aunque el deseo duerma.
Todo inconcluso.
Diez de la mañana; despierta tu desnudez aunque el deseo duerma.
domingo, 17 de abril de 2016
Lo previo
CLIENTE. Lo dejaré todo para irme contigo (Abraza a la PROSTITUTA, que lo aparta con desprecio.) ¡Me arrastran cien carros de palomas a ti y a la voz de tu cuerpo, como si tu sangre fuera una lluvia de azucenas y en su infinita corriente cada una de ellas rozara las paredes de las venas e hiciera: "cri, cri, cri"! Tu canto es siempre hermoso (Intenta agarrarla de nuevo, inútilmente). Lo dejaré todo por ti.
PROSTITUTA. Lo que tú oyes es solo la voz de la muerte, y yo he escuchado ya mil veces esas promesas en flor que se marchitan al asomar sus pétalos por la boca.
CLIENTE. ¡Estoy sacrificando mi felicidad en la tuya! ¿No puedes verlo? (Llora.) Lo dejaré todo.
PROSTITUTA. Vete (Lo golpea y besa sus labios). Lo que juras dura solo en el inmaculado instante de su pronunciación. Vete, vete he dicho; tu boca huele a la putrefacción mortuoria de cien coronas de rosas.
CLIENTE. ¡Cariño!
PROSTITUTA (Golpeándolo de nuevo). Me repugnas (El CLIENTE golpea su mejilla e intenta besarla, sin resultado.) ¡Repulsivo! Crees que este crepúsculo durará todo un siglo, pero yo vivo en la sombra de tu corazón e intuyo cada nuevo golpear de la sangre. ¡Siempre un nuevo latido sin nombre! (Toma una de las flores de su cabello y la deshoja.) No quiero verte.
(El CLIENTE, tras observar durante unos instantes a la PROSTITUTA, se aleja con paso lento. Aparece la MUJER VESTIDA, quien tras ver lo sucedido se acerca a la PROSTITUTA. Ambas se miran en silencio. La MUJER VESTIDA aparta el cabello de la cara de la PROSTITUTA y besa su mejilla.)
MUJER VESTIDA. Siento abrirse tu clavel insomne entre mis labios...
PROSTITUTA (Rozando sus labios con un dedo y llevándoselo a la boca). La sangre que late en mi mejilla es solo mía, pero puedes quedarte el cristal en fragua de sus pétalos. ¿Qué quieres?
MUJER VESTIDA. ¿Querer? Abrir el alba con la punta de los dedos y que su luz engendre el amor que hará a los cuerpos, nunca a la inversa. Pero no puedo ver más que esta doble noche que me cubre los ojos con sus frías manos de rocío (Aspira profundamente.) Tu cuello aún huele a ese aliento de mil rosas para la muerte.
PROSTITUTA (Alejándose). Ningún Midas me volverá dorada entre sus brazos; solo el abrazo inmenso del amanecer se aferrará a los bordes de mi cuerpo. Pero tú sabes cómo diseccionar el ojo exacto que arrebata la calma del sueño. Te conozco; eres la noche que concibes en ti, y eres hermosa en tu fluirte en ella. Hueles al himno blasfemo de ti misma. (Pausa.) ¿Lo oyes? Los caballos están en camino.
MUJER VESTIDA. No oigo nada.
PROSTITUTA. Cuando llegue el momento los oirás. Todo a su debido tiempo.
MUJER VESTIDA (Sonriendo). Los enterraré para no escuchar sus voces.
PROSTITUTA. Corta sus cabezas antes. Los cuerpos cantan para la tierra, incluso cuando se hunden en su profundo mar de raíces (Acercándose de nuevo a la MUJER VESTIDA.) ¿Qué estás buscando aquí?
MUJER VESTIDA. La absolución.
PROSTITUTA. Rezumas el canto de la blasfemia.Yo no puedo ayudarte. Mírame: ¿qué crees que puede verse en el torpe tropezar de la pupila en mis límites? Todos ven solo las olas de mi cuerpo, incluso tú (La MUJER VESTIDA intenta acariciar su cara, pero la PROSTITUTA toma su mano y la mantiene entre las suyas.) No puedo absolverte. Mírame: siendo toda yo agua mi cuerpo es solo un reloj de arena, pero tú imaginas el puro centro de la marea y él te revela sus formas.
MUJER VESTIDA (Besándola). La intuición de tus formas se me abre en el borde mismo de la boca y parece querer arrastrarme hasta ahogarme (La besa de nuevo.) Eres hermosa como un delirio de mil manos entre los muslos...
PROSTITUTA (Temblando). No sigas, que desde tu boca huelo el florecer de unas palabras lamidas de espinas.
MUJER VESTIDA. Haz una corona de ellas y me arrodillaré ante ti. Te llamaré Jesús hasta que la noche se abra a tu nombre.
PROSTITUTA (Besando las manos de la MUJER VESTIDA). Solo hay una manera de arrancar de mi centro este incesante arañar de girasoles sin sueño. Quizá...
MUJER VESTIDA. Seré tu María. Pide lo que quieras.
PROSTITUTA (Soltando sus manos). Desnúdate. Es la única manera.
MUJER VESTIDA. Seguiré vestida de pieles aunque me desnude.
PROSTITUTA. La piel es solo el envoltorio del deseo. Desnúdate.
(La MUJER VESTIDA se aparta y se quita lentamente la ropa hasta quedar completamente desnuda. Tras ello, la PROSTITUTA hace una corona con las flores de su pelo y la pone en la cabeza de la ahora MUJER DESNUDA.)
MUJER DESNUDA (Suspirando). Te has llevado mi nombre. Ahora solo siento el gemido de la luna arrastrándose por mi lengua hasta llenarme toda la boca.
PROSTITUTA. No hay absolución posible para nosotras, siquiera para el bosque que corona tu frente y que hunde su raíz en tus cabellos. Pero así todos recordarán. Así todos sabrán...
MUJER DESNUDA (Arrodillándose). Me llevaré para la cruz de mi esqueleto solo estas flores y el clavel sin sueño de tu rostro en mis labios.
PROSTITUTA (Poniéndose también de rodillas y tomando las manos de la MUJER DESNUDA). Así todos...
MUJER DESNUDA. Tú te quedarás mi nombre.
PROSTITUTA. ¡Los caballos!
PROSTITUTA. Lo que tú oyes es solo la voz de la muerte, y yo he escuchado ya mil veces esas promesas en flor que se marchitan al asomar sus pétalos por la boca.
CLIENTE. ¡Estoy sacrificando mi felicidad en la tuya! ¿No puedes verlo? (Llora.) Lo dejaré todo.
PROSTITUTA. Vete (Lo golpea y besa sus labios). Lo que juras dura solo en el inmaculado instante de su pronunciación. Vete, vete he dicho; tu boca huele a la putrefacción mortuoria de cien coronas de rosas.
CLIENTE. ¡Cariño!
PROSTITUTA (Golpeándolo de nuevo). Me repugnas (El CLIENTE golpea su mejilla e intenta besarla, sin resultado.) ¡Repulsivo! Crees que este crepúsculo durará todo un siglo, pero yo vivo en la sombra de tu corazón e intuyo cada nuevo golpear de la sangre. ¡Siempre un nuevo latido sin nombre! (Toma una de las flores de su cabello y la deshoja.) No quiero verte.
(El CLIENTE, tras observar durante unos instantes a la PROSTITUTA, se aleja con paso lento. Aparece la MUJER VESTIDA, quien tras ver lo sucedido se acerca a la PROSTITUTA. Ambas se miran en silencio. La MUJER VESTIDA aparta el cabello de la cara de la PROSTITUTA y besa su mejilla.)
MUJER VESTIDA. Siento abrirse tu clavel insomne entre mis labios...
PROSTITUTA (Rozando sus labios con un dedo y llevándoselo a la boca). La sangre que late en mi mejilla es solo mía, pero puedes quedarte el cristal en fragua de sus pétalos. ¿Qué quieres?
MUJER VESTIDA. ¿Querer? Abrir el alba con la punta de los dedos y que su luz engendre el amor que hará a los cuerpos, nunca a la inversa. Pero no puedo ver más que esta doble noche que me cubre los ojos con sus frías manos de rocío (Aspira profundamente.) Tu cuello aún huele a ese aliento de mil rosas para la muerte.
PROSTITUTA (Alejándose). Ningún Midas me volverá dorada entre sus brazos; solo el abrazo inmenso del amanecer se aferrará a los bordes de mi cuerpo. Pero tú sabes cómo diseccionar el ojo exacto que arrebata la calma del sueño. Te conozco; eres la noche que concibes en ti, y eres hermosa en tu fluirte en ella. Hueles al himno blasfemo de ti misma. (Pausa.) ¿Lo oyes? Los caballos están en camino.
MUJER VESTIDA. No oigo nada.
PROSTITUTA. Cuando llegue el momento los oirás. Todo a su debido tiempo.
MUJER VESTIDA (Sonriendo). Los enterraré para no escuchar sus voces.
PROSTITUTA. Corta sus cabezas antes. Los cuerpos cantan para la tierra, incluso cuando se hunden en su profundo mar de raíces (Acercándose de nuevo a la MUJER VESTIDA.) ¿Qué estás buscando aquí?
MUJER VESTIDA. La absolución.
PROSTITUTA. Rezumas el canto de la blasfemia.Yo no puedo ayudarte. Mírame: ¿qué crees que puede verse en el torpe tropezar de la pupila en mis límites? Todos ven solo las olas de mi cuerpo, incluso tú (La MUJER VESTIDA intenta acariciar su cara, pero la PROSTITUTA toma su mano y la mantiene entre las suyas.) No puedo absolverte. Mírame: siendo toda yo agua mi cuerpo es solo un reloj de arena, pero tú imaginas el puro centro de la marea y él te revela sus formas.
MUJER VESTIDA (Besándola). La intuición de tus formas se me abre en el borde mismo de la boca y parece querer arrastrarme hasta ahogarme (La besa de nuevo.) Eres hermosa como un delirio de mil manos entre los muslos...
PROSTITUTA (Temblando). No sigas, que desde tu boca huelo el florecer de unas palabras lamidas de espinas.
MUJER VESTIDA. Haz una corona de ellas y me arrodillaré ante ti. Te llamaré Jesús hasta que la noche se abra a tu nombre.
PROSTITUTA (Besando las manos de la MUJER VESTIDA). Solo hay una manera de arrancar de mi centro este incesante arañar de girasoles sin sueño. Quizá...
MUJER VESTIDA. Seré tu María. Pide lo que quieras.
PROSTITUTA (Soltando sus manos). Desnúdate. Es la única manera.
MUJER VESTIDA. Seguiré vestida de pieles aunque me desnude.
PROSTITUTA. La piel es solo el envoltorio del deseo. Desnúdate.
(La MUJER VESTIDA se aparta y se quita lentamente la ropa hasta quedar completamente desnuda. Tras ello, la PROSTITUTA hace una corona con las flores de su pelo y la pone en la cabeza de la ahora MUJER DESNUDA.)
MUJER DESNUDA (Suspirando). Te has llevado mi nombre. Ahora solo siento el gemido de la luna arrastrándose por mi lengua hasta llenarme toda la boca.
PROSTITUTA. No hay absolución posible para nosotras, siquiera para el bosque que corona tu frente y que hunde su raíz en tus cabellos. Pero así todos recordarán. Así todos sabrán...
MUJER DESNUDA (Arrodillándose). Me llevaré para la cruz de mi esqueleto solo estas flores y el clavel sin sueño de tu rostro en mis labios.
PROSTITUTA (Poniéndose también de rodillas y tomando las manos de la MUJER DESNUDA). Así todos...
MUJER DESNUDA. Tú te quedarás mi nombre.
PROSTITUTA. ¡Los caballos!
sábado, 16 de abril de 2016
Recuerdo
MUJER DE BLANCO. Eres como un arbolito de venas abiertas. Y yo te riego, te riego todos los días (Pausa.) Parece que mi corazón quiera abrirse a la sed de tus pétalos hasta hundir su sangre en la raíz de tus sales. Pero la marea es toda una, ¿verdad? (Pausa.) Mira, mira qué arbolito de venas...
MUJER DESNUDA. Un ramillete de ríos, nada más. Pero no puedo recordar nada.
TETERA (Impaciente). Tome, tome más té, por favor.
MUJER DESNUDA. No recuerdo cuánto té he tomado.
TETERA. ¡Calumnia! ¡Calumnia! (Ambas sacan sus sables y luchan.)
MUJER DESNUDA (Se sienta de nuevo, apoyando el brazo sobre su sable). El cerrojo de la noche parece querer abrirse, y el ramillete siempre escucha desde el corazón del mar (Mira a la TETERA con desprecio.) ¿Qué hace usted aquí, qué quiere?
TETERA. Tome más té, por favor.
MUJER DESNUDA. Váyase y llévese consigo todos estos recipientes de recuerdos inservibles.
(La MUJER DESNUDA lanza dos tazas al suelo. La TETERA, tras recoger lentamente la mayoría de los pedazos, se aparta hacia un rincón y los abraza.)
MUJER DE BLANCO (Tomando uno de los pedazos cercanos a ella). El ramillete siempre escucha, pero mi piel... mi piel no es suficiente para el latido de tus manos.
MUJER DESNUDA. La piel solo cubre el cuerpo del deseo.
MUJER DE BLANCO (Apretando con fuerza el fragmento roto). ¡Deseo! Las aguas me inundan la garganta; ¡las puras aguas!
MUJER DESNUDA. Solo el canto es suficiente (Apunta a la MUJER DE BLANCO con el sable.) Di mi nombre.
MUJER DE BLANCO. Tu nombre quema la piel de mis labios. ¡No es suficiente!
MUJER DESNUDA (Bajando de nuevo el sable y apoyándose en él). No podré abrir el momento si no me pronuncias.
MUJER DE BLANCO. Eres como un arbolito de venas abiertas. Y yo... (Llora.) Todos, todos los días, hasta que la marea me colma y abre orillas en mi garganta. Pero tú solo ves el blanco de mis ojos. Y dentro de mí, donde estoy yo dormida sobre todas las gomas de las máscaras, está también aquel momento. ¡El momento de mí! (Se lleva las manos a la cara y llora de nuevo.) Y aún huelo sus flores frescas abiertas en la noche de la inocencia.
MUJER DESNUDA. Todas las noches son siempre la misma. Su marea solo es una; así debe ser.
MUJER DE BLANCO. Pero tú podrías diseccionar la noche única de todas las que la forman para hacerme un abanico de mares (Le acerca el pedazo roto a la MUJER DESNUDA). Sería un hogar... ¡un hogar siempre fresco, siempre del rocío de la noche!
MUJER DESNUDA. La noche no puede separarse de sí misma, y tú solo existes porque me quieres. Pero yo soy solo para el ramillete que recoge en su centro todos los ríos; solo para la noche y para el himno profundo de la blancura de las sábanas.
MUJER DE BLANCO. Eres como un arbolito...
MUJER DESNUDA. No puedo recordar nada.
MUJER DESNUDA. Un ramillete de ríos, nada más. Pero no puedo recordar nada.
TETERA (Impaciente). Tome, tome más té, por favor.
MUJER DESNUDA. No recuerdo cuánto té he tomado.
TETERA. ¡Calumnia! ¡Calumnia! (Ambas sacan sus sables y luchan.)
MUJER DESNUDA (Se sienta de nuevo, apoyando el brazo sobre su sable). El cerrojo de la noche parece querer abrirse, y el ramillete siempre escucha desde el corazón del mar (Mira a la TETERA con desprecio.) ¿Qué hace usted aquí, qué quiere?
TETERA. Tome más té, por favor.
MUJER DESNUDA. Váyase y llévese consigo todos estos recipientes de recuerdos inservibles.
(La MUJER DESNUDA lanza dos tazas al suelo. La TETERA, tras recoger lentamente la mayoría de los pedazos, se aparta hacia un rincón y los abraza.)
MUJER DE BLANCO (Tomando uno de los pedazos cercanos a ella). El ramillete siempre escucha, pero mi piel... mi piel no es suficiente para el latido de tus manos.
MUJER DESNUDA. La piel solo cubre el cuerpo del deseo.
MUJER DE BLANCO (Apretando con fuerza el fragmento roto). ¡Deseo! Las aguas me inundan la garganta; ¡las puras aguas!
MUJER DESNUDA. Solo el canto es suficiente (Apunta a la MUJER DE BLANCO con el sable.) Di mi nombre.
MUJER DE BLANCO. Tu nombre quema la piel de mis labios. ¡No es suficiente!
MUJER DESNUDA (Bajando de nuevo el sable y apoyándose en él). No podré abrir el momento si no me pronuncias.
MUJER DE BLANCO. Eres como un arbolito de venas abiertas. Y yo... (Llora.) Todos, todos los días, hasta que la marea me colma y abre orillas en mi garganta. Pero tú solo ves el blanco de mis ojos. Y dentro de mí, donde estoy yo dormida sobre todas las gomas de las máscaras, está también aquel momento. ¡El momento de mí! (Se lleva las manos a la cara y llora de nuevo.) Y aún huelo sus flores frescas abiertas en la noche de la inocencia.
MUJER DESNUDA. Todas las noches son siempre la misma. Su marea solo es una; así debe ser.
MUJER DE BLANCO. Pero tú podrías diseccionar la noche única de todas las que la forman para hacerme un abanico de mares (Le acerca el pedazo roto a la MUJER DESNUDA). Sería un hogar... ¡un hogar siempre fresco, siempre del rocío de la noche!
MUJER DESNUDA. La noche no puede separarse de sí misma, y tú solo existes porque me quieres. Pero yo soy solo para el ramillete que recoge en su centro todos los ríos; solo para la noche y para el himno profundo de la blancura de las sábanas.
MUJER DE BLANCO. Eres como un arbolito...
MUJER DESNUDA. No puedo recordar nada.
miércoles, 13 de abril de 2016
Momento
MUJER DESNUDA. Yo no conozco más. Quiero solo el momento exacto de tu saliva.
MUJER DE BLANCO (Cerrando los ojos). ¿Y si el viscoso inicio de la mañana empieza a derramarse sobre mis hombros?
MUJER DESNUDA. Te lo arrancaré con un puñal.
MUJER DE BLANCO. ¿Y si lo limpio del puñal con mis manos?
MUJER DESNUDA. Te las lameré con el filo de mis labios hasta abrirse, de él y de tu sangre, sus rosas en mi garganta.
MUJER DE BLANCO. ¿Y si se abre mi piel y no la sangre bajo tu lengua?
MUJER DESNUDA. La abriré más con mis dedos, frescos y mojados de noche, hasta que tu sangre cante.
MUJER DE BLANCO (Temblando). ¡Me amarás desde tus manos para todo un siglo!
MUJER DESNUDA. Por cinco minutos.
MUJER DE BLANCO. ¿Y te quedarás después?
MUJER DESNUDA. Antes ya me habré ido cien veces.
MUJER DE BLANCO (Llora). Y si te canto:
Niña, luna o piedra blanca
no me roces ya los labios
que tengo tus cicatrices
hasta en mis ojos cerrados.
Hasta en mis ojos sin sueño
por tus dos manos cercados;
no me roces ya en tu beso
ni en blancos dedos de mármol.
MUJER DESNUDA. Entonces te cantaré yo al oído durante diez noches que no serán más que una.
MUJER DE BLANCO (Coge una flor y se la lleva al oído). ¡Infierno solo en mi carne sola! ¡Arderá mi cuerpo como el hierro!
MUJER DESNUDA. Solo quiero el momento de tu sangre; las otras venas son todas tuyas (Pausa.) Mírame.
MUJER DE BLANCO. Son plata tus ojos, tus manos. No puedo mirarte.
MUJER DESNUDA. Espejo de mi carne que ahora es tuya. (Agarra el brazo de la MUJER DE BLANCO.) Dime: ¿me morderás el corazón más pequeño de los que arañan el cielo de la arteria?
MUJER DE BLANCO (Lanza la flor a los pies de la MUJER DESNUDA, que la suelta). ¡No puedo mirarte!
MUJER DESNUDA. Mira que mis manos son blancas y martillean en su puro centro la blanca piedra de la luna.
MUJER DE BLANCO (En voz baja, alejándose). ¡El cielo! ¡El cielo! ¡Una noche de plata!
MUJER DESNUDA (Se acerca, con energía). La noche llena mi cuerpo con su larga y esponjosa lengua de simientes. Nunca más el cielo, ¿me oyes? (Pausa.) Mírame. Tienes la cara almidonada y solo aspiras a ver un cielo que es el cielo, o quizá no lo sea. Pero yo tengo algo más para darte (Toma la flor del suelo y lame sus espinas.) Un cuerpo vacío llenándose del silbido de los violines de la noche; un beso de mármoles que se prolongará para siempre en su insignificante brevedad sin nombre. Nunca más el cielo (Suspira.) Un beso solo, un cuerpo blanco que será el tuyo o no será. Eso es lo que tendrán tus ojos en el líquido retrato de mi reflejo.
MUJER DE BLANCO (Llora, cayendo a sus pies). Un beso en el que yo amaré tu cuerpo de cien mares de sueño cerrado durante toda la vida.
MUJER DESNUDA (Se agacha y coloca la flor en el pelo de la MUJER DE BLANCO). Y toda tu vida será en mis olas sin rostro un solo minuto de mi cuerpo.
MUJER DE BLANCO (Cerrando los ojos). ¿Y si el viscoso inicio de la mañana empieza a derramarse sobre mis hombros?
MUJER DESNUDA. Te lo arrancaré con un puñal.
MUJER DE BLANCO. ¿Y si lo limpio del puñal con mis manos?
MUJER DESNUDA. Te las lameré con el filo de mis labios hasta abrirse, de él y de tu sangre, sus rosas en mi garganta.
MUJER DE BLANCO. ¿Y si se abre mi piel y no la sangre bajo tu lengua?
MUJER DESNUDA. La abriré más con mis dedos, frescos y mojados de noche, hasta que tu sangre cante.
MUJER DE BLANCO (Temblando). ¡Me amarás desde tus manos para todo un siglo!
MUJER DESNUDA. Por cinco minutos.
MUJER DE BLANCO. ¿Y te quedarás después?
MUJER DESNUDA. Antes ya me habré ido cien veces.
MUJER DE BLANCO (Llora). Y si te canto:
Niña, luna o piedra blanca
no me roces ya los labios
que tengo tus cicatrices
hasta en mis ojos cerrados.
Hasta en mis ojos sin sueño
por tus dos manos cercados;
no me roces ya en tu beso
ni en blancos dedos de mármol.
MUJER DESNUDA. Entonces te cantaré yo al oído durante diez noches que no serán más que una.
MUJER DE BLANCO (Coge una flor y se la lleva al oído). ¡Infierno solo en mi carne sola! ¡Arderá mi cuerpo como el hierro!
MUJER DESNUDA. Solo quiero el momento de tu sangre; las otras venas son todas tuyas (Pausa.) Mírame.
MUJER DE BLANCO. Son plata tus ojos, tus manos. No puedo mirarte.
MUJER DESNUDA. Espejo de mi carne que ahora es tuya. (Agarra el brazo de la MUJER DE BLANCO.) Dime: ¿me morderás el corazón más pequeño de los que arañan el cielo de la arteria?
MUJER DE BLANCO (Lanza la flor a los pies de la MUJER DESNUDA, que la suelta). ¡No puedo mirarte!
MUJER DESNUDA. Mira que mis manos son blancas y martillean en su puro centro la blanca piedra de la luna.
MUJER DE BLANCO (En voz baja, alejándose). ¡El cielo! ¡El cielo! ¡Una noche de plata!
MUJER DESNUDA (Se acerca, con energía). La noche llena mi cuerpo con su larga y esponjosa lengua de simientes. Nunca más el cielo, ¿me oyes? (Pausa.) Mírame. Tienes la cara almidonada y solo aspiras a ver un cielo que es el cielo, o quizá no lo sea. Pero yo tengo algo más para darte (Toma la flor del suelo y lame sus espinas.) Un cuerpo vacío llenándose del silbido de los violines de la noche; un beso de mármoles que se prolongará para siempre en su insignificante brevedad sin nombre. Nunca más el cielo (Suspira.) Un beso solo, un cuerpo blanco que será el tuyo o no será. Eso es lo que tendrán tus ojos en el líquido retrato de mi reflejo.
MUJER DE BLANCO (Llora, cayendo a sus pies). Un beso en el que yo amaré tu cuerpo de cien mares de sueño cerrado durante toda la vida.
MUJER DESNUDA (Se agacha y coloca la flor en el pelo de la MUJER DE BLANCO). Y toda tu vida será en mis olas sin rostro un solo minuto de mi cuerpo.
martes, 12 de abril de 2016
3
"Guiando un tribunal de tiburones,
como con dos guadañas eclipsadas,
con dos cejas tiznadas y cortadas
de tiznar y cortar los corazones,
en el mío has entrado, y en él pones
una red de raíces irritadas,
que avariciosamente acaparadas
tiene en su territorio sus pasiones.
Sal de mi corazón, del que me has hecho
un girasol sumiso y amarillo
al dictamen solar que tu ojo envía:
un terrón para siempre insatisfecho,
un pez embotellado y un martillo
harto de golpear en la herrería."
Miguel Hernández
como con dos guadañas eclipsadas,
con dos cejas tiznadas y cortadas
de tiznar y cortar los corazones,
en el mío has entrado, y en él pones
una red de raíces irritadas,
que avariciosamente acaparadas
tiene en su territorio sus pasiones.
Sal de mi corazón, del que me has hecho
un girasol sumiso y amarillo
al dictamen solar que tu ojo envía:
un terrón para siempre insatisfecho,
un pez embotellado y un martillo
harto de golpear en la herrería."
Miguel Hernández
lunes, 11 de abril de 2016
17.47
Dame un nombre.
Abre el aire en tu garganta, mujer otra, para poderte respirar en mí. Necesito beberme esta vez desde tus labios, líquido espejo del empañado rocío de los míos; necesito una espina que no florezca en las palabras si no es, húmeda noche de los cuerpos, por tu saliva.
Abre el aire en tu garganta, mujer otra, para poderte respirar en mí. Necesito beberme esta vez desde tus labios, líquido espejo del empañado rocío de los míos; necesito una espina que no florezca en las palabras si no es, húmeda noche de los cuerpos, por tu saliva.
domingo, 10 de abril de 2016
2.43
"Tan y tan duro", susurras, y es tan cierto que podría cantarlo en el centro de tu boca.
['cause I'm coming to break it]
sábado, 9 de abril de 2016
[recompensa]
- Deja que lo intente aunque sepa que no puede ser, que nunca va a ser posible.
- ¿Sería eso justo?
- No me importa. Quizá con el tiempo...
Me dejé caer en el centro mismo de mis propias palabras. "Qué tejido de mentira para el calor de tus manos", pensaba entonces, cuando de mi voz solo se me abrían espinas a lo largo de la garganta.
- Puedo intentarlo. Quien no lo sepa ver... eres preciosa, eres... mírame. Deja que lo intente. Daría cualquier cosa.
- ¿La darías de verdad o es un mero decir?
- Cualquier cosa.
Perdido ya mi cuerpo y vuelto a sí mismo; esta fue. Mi recompensa por ser fue esta.
- ¿Sería eso justo?
- No me importa. Quizá con el tiempo...
Me dejé caer en el centro mismo de mis propias palabras. "Qué tejido de mentira para el calor de tus manos", pensaba entonces, cuando de mi voz solo se me abrían espinas a lo largo de la garganta.
- Puedo intentarlo. Quien no lo sepa ver... eres preciosa, eres... mírame. Deja que lo intente. Daría cualquier cosa.
- ¿La darías de verdad o es un mero decir?
- Cualquier cosa.
Perdido ya mi cuerpo y vuelto a sí mismo; esta fue. Mi recompensa por ser fue esta.
miércoles, 6 de abril de 2016
martes, 5 de abril de 2016
17.17
Te reconozco: eres tú y siempre has sido; no sé más que tu mundo y su aroma en flor que quizá sea, que será para ti en la prolongación tuya que soy yo, que siempre he sido.
lunes, 4 de abril de 2016
17.10
Cuando rozas mis labios con tu lengua y sobre tu saliva construyes su nombre, voz, su mero sonido sobreviene a mi cuerpo. Y como si ella entonces te alzas ante mí, palabra de ti tan mía, para replegarte en tu ausencia de imagen de ti sobrevivida.
Eres tú. Te escucho o presiento; estás en el centro de mi canto y te oigo, a lo lejos. Me escucho también, fuera de mí tan dentro, y cuando la cáscara de la palabra pierde su borde mismo te me abres para cerrarte, de nuevo, en el silencio. Y como si ella entonces te desnudas ante mí, palabra mía tan suya, trayendo en el cese de tu canto la vibración del puro centro de su cuerpo.
Eras tú y quizá no eras, pero yo te intuyo en las meras ondas que laten de ti en mi garganta. Y mi voz ahora, clara y sonora, se proyecta en las moradas de tu ausencia: no te vayas.
Eres tú. Te escucho o presiento; estás en el centro de mi canto y te oigo, a lo lejos. Me escucho también, fuera de mí tan dentro, y cuando la cáscara de la palabra pierde su borde mismo te me abres para cerrarte, de nuevo, en el silencio. Y como si ella entonces te desnudas ante mí, palabra mía tan suya, trayendo en el cese de tu canto la vibración del puro centro de su cuerpo.
Eras tú y quizá no eras, pero yo te intuyo en las meras ondas que laten de ti en mi garganta. Y mi voz ahora, clara y sonora, se proyecta en las moradas de tu ausencia: no te vayas.
domingo, 3 de abril de 2016
Ausencia
Un grito en la mañana. Contesto: "¿sí?". "¿Estás en Barcelona? ¿Te acuerdas de...? Dios, Dios". Frágil niño, tu voz está ardiendo en mis oídos. Sí: recuerdo aquellas noches en Ripollet, tan jóvenes, tan insignificantes, tan entonces, empezando a palpar con los diminutos dedos la textura incierta de la vida. Estás llorando, pequeño y frágil niño, pero no preguntes; claro que recuerdo. Lo recuerdo todo: su larga melena negra hasta la cintura, su jersey marrón, las ondas de su pelo, su sonrisa y su perfil extrañamente hermosos. Su olor. Recuerdo aquella noche y ella, estática en mi mirada, calentándome las manos; nevaba y la oscuridad del cielo parecía querer tragarse las calles. Tú en mis oídos, entonces, y ella tomándome las manos. Su sonrisa era cálida como ese abrazo que se prolonga en el tiempo. Y aunque parezca extraño, el frío no era tan frío entre sus manos.
Hospital. ¿Nos recuerdas tú, tan niños entonces? Media cabeza rapada y una abertura en tu cabeza. Estás fría. En coma. Gritos. Te he tocado y estás helada. Tu madre se golpea contra la pared. Te encontraron allí, inconsciente en el suelo; hay voces que dicen que tienes el cerebro encharcado en sangre. Más voces que no puedo procesar. Han abierto por un momento uno de tus ojos; solo oigo gritos que desconozco mientras tu piel me sigue, en la distancia, congelando los dedos.
Venimos hasta aquí y cenamos juntos como años atrás. El cristal de tus ojos está tan hueco, niño ausente, que oigo mis palabras resonando en tu mirada. Un gesto, entonces, y la mesa arde en latidos imprecisos; 1.07 en mi teléfono. Nos llaman y nos dicen que estás muerta. Tan sencillo. Y en nuestra cabeza tu largo pelo negro hasta la cintura. El olor de tu ropa era el mismo que el de entonces.
Tan lejos ahora sobrevives a tu ausencia.
Hospital. ¿Nos recuerdas tú, tan niños entonces? Media cabeza rapada y una abertura en tu cabeza. Estás fría. En coma. Gritos. Te he tocado y estás helada. Tu madre se golpea contra la pared. Te encontraron allí, inconsciente en el suelo; hay voces que dicen que tienes el cerebro encharcado en sangre. Más voces que no puedo procesar. Han abierto por un momento uno de tus ojos; solo oigo gritos que desconozco mientras tu piel me sigue, en la distancia, congelando los dedos.
Venimos hasta aquí y cenamos juntos como años atrás. El cristal de tus ojos está tan hueco, niño ausente, que oigo mis palabras resonando en tu mirada. Un gesto, entonces, y la mesa arde en latidos imprecisos; 1.07 en mi teléfono. Nos llaman y nos dicen que estás muerta. Tan sencillo. Y en nuestra cabeza tu largo pelo negro hasta la cintura. El olor de tu ropa era el mismo que el de entonces.
Tan lejos ahora sobrevives a tu ausencia.
sábado, 2 de abril de 2016
Tú [despierta, niña]
La mañana se abría en tu pecho y tú respirabas su luz hasta llenarte del día la garganta. Estabas dentro de mis ojos.
Eras preciosa.
Eras preciosa.
viernes, 1 de abril de 2016
0.08
Me pides, para variar, que te escriba sobre mí. Y, también para variar, no tengo grandes cosas que contarte. Lo de siempre, ya sabes: mi vida sigue exactamente donde la dejaste. Alguna cosilla nueva, quizá; escribir que quiero reír y que de repente una hilera de hormigas se desprenda de mis ojos, abriendo canales de fuego a su paso por mis mejillas. Poca cosa más. Tengo un par de hojas escritas por aquí encima. En una de ellas: "Se nos abrió el cielo bajo los pies, solo para que el mar, reflejo sobre nuestros hombros, cubriera en su llanto de sal las grietas". Es curioso mostrar este tipo de cosas a todo el mundo pero no compartirlas realmente con nadie, ¿no te parece? Hay otras cosas más escritas, por si te lo preguntas, pero son de esas que se escriben para digerirse a uno mismo, leerse y decir: "ah, claro. Esto es. Ahora lo entiendo". Y entenderse de verdad otro paso, siempre un paso más, pero negarle a los otros que puedan hacer lo mismo. Sí, te lo niego a ti también. Hay realidades que solo lo son cuando permanecen dentro. "Intentábamos imposibles y acabamos en ninguna parte". Al final no he acabado este texto.
A veces vuelvo a sentir que se me abren los versos en los brazos y me limito a dejarlos sangrar. Es algo que ya sabías pero, como ya te he dicho, no tengo grandes cosas que contarte. La verdad es que me gusta dejarme deslumbrar por esas palabras que me abren la piel y perderme en su falsa belleza, siguiendo su rastro con el dedo índice hasta que desaparecen en el vacío de los poros. Es una tontería, ¿no? Quizá en un momento así sonreirías, susurrando: "qué idiota". Y tendrías razón, como siempre.
¿Qué más podría decirte? Me apetece disfrazarme de una noche muy larga y perderme de nuevo por las calles hasta que el sol se me derrame por los hombros; seguramente lo acabe haciendo. "Que no quiero, que ya está.
Pero y si...".
Siempre la misma duda. ¿Tú también dudas? No hace falta que respondas; ya sé que sí. Yo cada vez lo hago menos. Hay que tomar las cosas como vienen y ya está. Hablando de cosas que vienen: estoy preparando un nuevo poemario. Ya tengo el título y algunas selecciones de lo que habrá en su interior. Aunque en esencia será un "poemario", estructuralmente no lo será tanto como querría, pero qué se le va a hacer. Hay poesía que lo es sin necesidad de vivir disfrazada como tal.
Supongo que con esto tendrás suficiente por esta vez. Si puedo brindarte toda mi sinceridad -toda la posible teniendo en cuenta cómo soy-, te diré que me gustaría no echarte tanto de menos.
Espero que te gusten los escritos que te dediqué. Son solo tuyos.
A más ver,
A veces vuelvo a sentir que se me abren los versos en los brazos y me limito a dejarlos sangrar. Es algo que ya sabías pero, como ya te he dicho, no tengo grandes cosas que contarte. La verdad es que me gusta dejarme deslumbrar por esas palabras que me abren la piel y perderme en su falsa belleza, siguiendo su rastro con el dedo índice hasta que desaparecen en el vacío de los poros. Es una tontería, ¿no? Quizá en un momento así sonreirías, susurrando: "qué idiota". Y tendrías razón, como siempre.
¿Qué más podría decirte? Me apetece disfrazarme de una noche muy larga y perderme de nuevo por las calles hasta que el sol se me derrame por los hombros; seguramente lo acabe haciendo. "Que no quiero, que ya está.
Pero y si...".
Siempre la misma duda. ¿Tú también dudas? No hace falta que respondas; ya sé que sí. Yo cada vez lo hago menos. Hay que tomar las cosas como vienen y ya está. Hablando de cosas que vienen: estoy preparando un nuevo poemario. Ya tengo el título y algunas selecciones de lo que habrá en su interior. Aunque en esencia será un "poemario", estructuralmente no lo será tanto como querría, pero qué se le va a hacer. Hay poesía que lo es sin necesidad de vivir disfrazada como tal.
Supongo que con esto tendrás suficiente por esta vez. Si puedo brindarte toda mi sinceridad -toda la posible teniendo en cuenta cómo soy-, te diré que me gustaría no echarte tanto de menos.
Espero que te gusten los escritos que te dediqué. Son solo tuyos.
A más ver,
J.
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