Dame un nombre.
Abre el aire en tu garganta, mujer otra, para poderte respirar en mí. Necesito beberme esta vez desde tus labios, líquido espejo del empañado rocío de los míos; necesito una espina que no florezca en las palabras si no es, húmeda noche de los cuerpos, por tu saliva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario