CLIENTE. Lo dejaré todo para irme contigo (Abraza a la PROSTITUTA, que lo aparta con desprecio.) ¡Me arrastran cien carros de palomas a ti y a la voz de tu cuerpo, como si tu sangre fuera una lluvia de azucenas y en su infinita corriente cada una de ellas rozara las paredes de las venas e hiciera: "cri, cri, cri"! Tu canto es siempre hermoso (Intenta agarrarla de nuevo, inútilmente). Lo dejaré todo por ti.
PROSTITUTA. Lo que tú oyes es solo la voz de la muerte, y yo he escuchado ya mil veces esas promesas en flor que se marchitan al asomar sus pétalos por la boca.
CLIENTE. ¡Estoy sacrificando mi felicidad en la tuya! ¿No puedes verlo? (Llora.) Lo dejaré todo.
PROSTITUTA. Vete (Lo golpea y besa sus labios). Lo que juras dura solo en el inmaculado instante de su pronunciación. Vete, vete he dicho; tu boca huele a la putrefacción mortuoria de cien coronas de rosas.
CLIENTE. ¡Cariño!
PROSTITUTA (Golpeándolo de nuevo). Me repugnas (El CLIENTE golpea su mejilla e intenta besarla, sin resultado.) ¡Repulsivo! Crees que este crepúsculo durará todo un siglo, pero yo vivo en la sombra de tu corazón e intuyo cada nuevo golpear de la sangre. ¡Siempre un nuevo latido sin nombre! (Toma una de las flores de su cabello y la deshoja.) No quiero verte.
(El CLIENTE, tras observar durante unos instantes a la PROSTITUTA, se aleja con paso lento. Aparece la MUJER VESTIDA, quien tras ver lo sucedido se acerca a la PROSTITUTA. Ambas se miran en silencio. La MUJER VESTIDA aparta el cabello de la cara de la PROSTITUTA y besa su mejilla.)
MUJER VESTIDA. Siento abrirse tu clavel insomne entre mis labios...
PROSTITUTA (Rozando sus labios con un dedo y llevándoselo a la boca). La sangre que late en mi mejilla es solo mía, pero puedes quedarte el cristal en fragua de sus pétalos. ¿Qué quieres?
MUJER VESTIDA. ¿Querer? Abrir el alba con la punta de los dedos y que su luz engendre el amor que hará a los cuerpos, nunca a la inversa. Pero no puedo ver más que esta doble noche que me cubre los ojos con sus frías manos de rocío (Aspira profundamente.) Tu cuello aún huele a ese aliento de mil rosas para la muerte.
PROSTITUTA (Alejándose). Ningún Midas me volverá dorada entre sus brazos; solo el abrazo inmenso del amanecer se aferrará a los bordes de mi cuerpo. Pero tú sabes cómo diseccionar el ojo exacto que arrebata la calma del sueño. Te conozco; eres la noche que concibes en ti, y eres hermosa en tu fluirte en ella. Hueles al himno blasfemo de ti misma. (Pausa.) ¿Lo oyes? Los caballos están en camino.
MUJER VESTIDA. No oigo nada.
PROSTITUTA. Cuando llegue el momento los oirás. Todo a su debido tiempo.
MUJER VESTIDA (Sonriendo). Los enterraré para no escuchar sus voces.
PROSTITUTA. Corta sus cabezas antes. Los cuerpos cantan para la tierra, incluso cuando se hunden en su profundo mar de raíces (Acercándose de nuevo a la MUJER VESTIDA.) ¿Qué estás buscando aquí?
MUJER VESTIDA. La absolución.
PROSTITUTA. Rezumas el canto de la blasfemia.Yo no puedo ayudarte. Mírame: ¿qué crees que puede verse en el torpe tropezar de la pupila en mis límites? Todos ven solo las olas de mi cuerpo, incluso tú (La MUJER VESTIDA intenta acariciar su cara, pero la PROSTITUTA toma su mano y la mantiene entre las suyas.) No puedo absolverte. Mírame: siendo toda yo agua mi cuerpo es solo un reloj de arena, pero tú imaginas el puro centro de la marea y él te revela sus formas.
MUJER VESTIDA (Besándola). La intuición de tus formas se me abre en el borde mismo de la boca y parece querer arrastrarme hasta ahogarme (La besa de nuevo.) Eres hermosa como un delirio de mil manos entre los muslos...
PROSTITUTA (Temblando). No sigas, que desde tu boca huelo el florecer de unas palabras lamidas de espinas.
MUJER VESTIDA. Haz una corona de ellas y me arrodillaré ante ti. Te llamaré Jesús hasta que la noche se abra a tu nombre.
PROSTITUTA (Besando las manos de la MUJER VESTIDA). Solo hay una manera de arrancar de mi centro este incesante arañar de girasoles sin sueño. Quizá...
MUJER VESTIDA. Seré tu María. Pide lo que quieras.
PROSTITUTA (Soltando sus manos). Desnúdate. Es la única manera.
MUJER VESTIDA. Seguiré vestida de pieles aunque me desnude.
PROSTITUTA. La piel es solo el envoltorio del deseo. Desnúdate.
(La MUJER VESTIDA se aparta y se quita lentamente la ropa hasta quedar completamente desnuda. Tras ello, la PROSTITUTA hace una corona con las flores de su pelo y la pone en la cabeza de la ahora MUJER DESNUDA.)
MUJER DESNUDA (Suspirando). Te has llevado mi nombre. Ahora solo siento el gemido de la luna arrastrándose por mi lengua hasta llenarme toda la boca.
PROSTITUTA. No hay absolución posible para nosotras, siquiera para el bosque que corona tu frente y que hunde su raíz en tus cabellos. Pero así todos recordarán. Así todos sabrán...
MUJER DESNUDA (Arrodillándose). Me llevaré para la cruz de mi esqueleto solo estas flores y el clavel sin sueño de tu rostro en mis labios.
PROSTITUTA (Poniéndose también de rodillas y tomando las manos de la MUJER DESNUDA). Así todos...
MUJER DESNUDA. Tú te quedarás mi nombre.
PROSTITUTA. ¡Los caballos!
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