Todo en el lugar correcto,
todo en el lugar adjudicado
para ser el preciso.
Todo en su sitio.
El reloj me quita segundos
y alguien espera dentro del espejo
el latido del sol naciente.
Todo en su sitio.
Recuerdos mezclados
y no me reconozco en ninguno;
alguien dentro del espejo
sigue queriendo hablarme.
Nunca escucho.
En el final de todas las cosas
y en el número
que se oxida en cada letra
algo tiene que ser visto.
Algo o alguien;
el tallo amargo de mis días
está en el lugar correcto
y todo
todo permanece
en su lugar.
Dos voces en mi cabeza
y no puedo oír ninguna;
un sonido me sigue
para que no lo pueda escuchar.
Puesto en perspectiva para ser hallado
todo en su correcto lugar,
pero una vez más
todo tendrá que caer.
Hay trozos de noche que se me escapan
como una sombra que no alcanzo a ver
y siempre está;
dentro de mis ojos, como hormigas,
desaparecen los segundos.
Y de nuevo, como por primera vez
la luna caerá
porque todo tiene que caer.
Y la luna caerá
aunque nadie pueda verlo.
Cae.
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