Ni la primavera.
Rodeada por la voz;
he roto la música.
Alguna bala sin nombre ha decidido
entrar para quedarse,
para desgarrar la poca entereza
de este cuerpo
que se descompone.
Cegada por la luz
y oxidada por el aire;
no hay ojos ni pulmones
en esta cáscara.
Ponme entre comillas.
Necesito que sea real esta vez
necesito ser real
esta vez.
Empújame y sácame
de este vacío;
no puedo ser más allá
de mí misma,
ni siquiera puedo ser
en este instante disfrazado.
Necesito ser
esta vez,
justo cuando el reloj
ha terminado su chantaje.
A pesar de conocer el sabor calcinado
de una lágrima sin visiones
en este punto amargo
nada es seguro;
rodeada por la voz desconocida de los muertos,
el momento me empuja tan cerca
que puedo acercarme lo más lejos posible
a este distanciamiento.
Hay sombras difuminadas en el muro;
tres segundos más
darán el paso a esta noche.
Pero el resto de noches
siguen siendo una sola,
y yo sé que nadie traerá flores
a la tumba nocturna de este pecho.
Ni la primavera.
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