Madre, sobre este cuerpo
la verticalidad de la luz susurra
que engendre en lo oscuro el útero
para su llegada.
Siquiera palabras
que arderse en el aire. He borrado
cada rastro, cada huella
de carne, madre, solo
para la llegada lumínica
a este útero ya
sin signos posibles
ni canto donde incendiarse.
Borrarse solo para dejar en él
la inundada horizontalidad de la noche.
Pero por qué, madre,
por qué a mí
también borrarme.
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