Para encontrarme me esconderé en el único espejo que no pueda romperse.
Tu cuerpo de mujer llena el vacío y yo oigo su llenar, su ávido deseo de habitar cada espacio hasta colmar de sed los huecos y los líquidos depósitos de luz que se esconden entre las láminas infinitas de la piel. "Hermosa y terrible", susurras mientras me respiro en tu aliento. "Terrible".
Tu cuerpo de mujer llena el vacío y refleja en el delirio de su noche imágenes estáticas de tu deslizarte en lo inhabitado; yo me intuyo en la transparencia especular de los bordes de tu cuerpo. "Hermosa y...".
Entonces el silencio, y en la oscuridad de tu abismo las aguas, llenando con sus inquebrantables formas la forma de mis manos. Escondo mi rostro en ellas, cuerpo extraño en cientos de cuerpos desligados de toda materia, centro donde todo cesa y se reunifica en la pura vibración de la onda. "Hermosa y terrible", susurras, a penas canto de ave sin por qué; en las orillas de mi piel la marea y su reflejo como un canto otro, a lo lejos.
Nos bebo.
Cesa el canto y arde de nuevo, sonoro, el silencio.
Una descripción muy acertada.
ResponderEliminarSobre todo lo segundo, ¿no?
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