Pero no llegó.
La vida quedó sesgada y todo empezó de nuevo a partir del límite de los cortes. "Esto era lo que queríamos", repetíamos una y otra vez, como si las palabras, en su bucle infinito, pudieran dotar de significado a aquella vida que nos arrebatamos para florecerla en otro lugar, lejos de nosotros. "Esto era, esto era", repetíamos. Una vez, y otra. Y otra. Como si las palabras, siempre tan desgastadas, pudieran ser el suelo donde asentar nuestras nuevas raíces.
Entonces decidimos volver a esperar la lluvia.
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