domingo, 4 de diciembre de 2016

1.12 [e]


no desde la palabra ni el silencio
habías de desaparecerte de ti para volverte
a tu propia sangre, espacio
donde quizá el tacto
o el temblor que lo sobreviva
[I can't walk on the path of the right 'cause I'm wrong]

martes, 29 de noviembre de 2016

F.

"—¿Te acuerdas de esas flores que había en la isla? —Fushía brinca en el sitio, como un monito lampiño y colorado—. Esas amarillas que se abren con el sol y se cierran al oscurecer, ésas que los huambisas decían son espíritus. ¿Te acuerdas?
—Me voy aunque llueva a torrentes —dice Aquilino—. No dormiré aquí.
—Así, igualito que esas flores —grita Fushía—. Se abren con el sol y sale baba, eso es lo que apesta Aquilino. Pero hace bien, ya no pica, uno se siente mejor. Nos ponemos contentos y no nos peleamos.
—No grites tanto, Fushía —dice Aquilino—. Mira cómo se ha nublado el cielo, y está corriendo tanto viento. La monja dijo que eso te hace daño, tienes que regresar a tu cabaña. Y yo me voy de una vez, mejor.
—Pero nosotros no sentimos ni con el sol ni cuando está nublado —grita Fushía—, nunca sentimos nada. Olemos lo mismo todo el tiempo y ya no parece que apestara, sino que así fuera el olor de la vida. ¿Me entiendes, viejo?"

Mario Vargas Llosa

lunes, 28 de noviembre de 2016

6.27

abriéndote en el beso de la sangre
hasta adentrarte
lenta, semejante a la noche

viernes, 25 de noviembre de 2016

2.51

vibrando en tu pulso tan blanco
por venir tú, sin tiempo

martes, 15 de noviembre de 2016

23.53



Entendí lo sencillo que podía ser cada mecanismo; cómo el tacto implicaba en sí mismo la instantánea destrucción de la huella; cómo a veces no la profundidad, sino la superficie del ojo podía contener la única revelación posible.

los habías cerrado momentáneamente y sin embargo
ya es de día
es de día ya y tú has tomado el desvío necesario
derecha, izquierda, pausa, frío en la superficie plantar de los pies
derecha, izquierda, el impulso sólido de la base
solo había sido un momento que se prolongó a lo infinito y es de día ahora
con todo lo que supone el centro de la luz, con todo
lo que creías seguro bajo esa superficie, pero has tomado el desvío
inevitable
cegada ante el abrupto y luminoso reverberarse de un espejismo lumínico
derecha, izquierda, derecha, izquierda, te adentras
en el prosaico desconocimiento de todos los días

en su misterio

Había cedido con todas mis fuerzas, pero había cedido.

y lo has visto de nuevo
esa cárcel, esa cárcel de cuerpos que se unifican en uno solo 
esa cárcel que ha encerrado en ella tu nombre para llamarse a sí misma
y que camina pesada como saliva en la boca
y que te exprime los pulmones y revienta
una a una tus costillas, esa
ha encendido sus luces por un momento
sus pasillos iluminados, el tacón ligero de unos pasos
lo has visto
has visto la chispa centelleante dando forma, instantáneamente, a todas las cosas
la formulación del rostro en la sombra
y eres culpable

Yo o la sombra de mí misma. El cuerpo opaco temblaba aterrorizado por la espesa y oscura luz proyectada y viceversa, temiéndose ambos con el estruendo de mil noches especulares. El pulso era un latido de mares prolongándose en el centro de un río de sangre, y no hay cabida para el uno en el otro. Irreconciliables entre sí, sombra y cuerpo no alcanzado. Irreconciliables.

era un volcán de sangre o eso crees tú
debía serlo por las dimensiones de cada glóbulo como magma solidificada
besando, desgarrando las paredes de las sienes
extendiéndose hacia tu mandíbula, chorreando lava detrás de tus ojos
debía serlo pero nadie te lo aseguraba
porque qué allí, qué en el revés de la verdad, en
la otra cara
tras la palma de las manos

Yo o la otra. Las muchas otras. La habitación está llena de espejos que no están, pero proyectan múltiples imágenes de todas ellas, de mí, la otra, las otras. Su movimiento palpitante gravita en la noche. Nadie lo sabía, pero todos los ojos eran grises, verdes, azules, pesadamente negros en sus centros y en su perfección geométrica; irreconciliable beso triangular de pétalo y espinas, de ti y la otra, las otras.

pero si traes una rosa y aprietan tus manos
para el cortejo de la piel y la espina
sangre en tu carne, no pétalos
la rosa no, no
esa rosa
si las aprietan y las venas cantan sin porqué la canción de los siglos sin tu garganta
y ya nunca más tu voz vibrando el aire
más ya no el latido profundo de tu cuello, profano
como aquellas noches de muslos acuáticos
como el instante de muerte solapado
al orgasmo, cinturas plásticas
si aprietan tus manos contra la rosa
y ella trae el canto a ti hasta disolverte tú
en su canto
si tu sangre los pétalos ahora

blanco el amor como el pecado, tus venas
forman la rosa

domingo, 23 de octubre de 2016

El otoño del patriarca

" [...] dime que no es de verdad este delirio, decía, dime que no eres tú, dime que este vahído de muerte no es el marasmo de regaliz de tu respiración, pero era ella, era su rosa, era su aliento cálido que perfumaba el clima del dormitorio como un bajo obstinado con más dominio y más antigüedad que el resuello del mar, Manuela Sánchez de mi desastre que no estabas escrita en la palma de mi mano, ni en el asiento de mi café, ni siquiera en las aguas de mi muerte de los lebrillos, no te gastes mi aire de respirar, mi sueño de dormir, el ámbito de la oscuridad de este cuarto donde nunca había entrado ni había de entrar una mujer, apágame esa rosa, gemía, mientras gateaba en busca de la llave de la luz y encontraba a Manuela Sánchez de mi locura en lugar de la luz, carajo, por qué te tengo que encontrar si no te me has perdido, si quieres llévate mi casa, la patria entera con su dragón, pero déjame encender la luz, alacrán de mis noches, Manuela Sánchez de mi potra, hija de puta, gritó, creyendo que la luz lo liberaba del hechizo, gritando que la saquen, que la dejen sin mí, que la echen en los cantiles con un ancla en el cuello para que nadie vuelva a padecer el fulgor de su rosa."

Gabriel García Márquez

martes, 18 de octubre de 2016

Nuestra mente es porosa para el olvido

"En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Fray Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer de pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemon Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplicaban sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osatura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.
Sentí infinita veneración, infinita lástima."

Jorge Luis Borges

domingo, 9 de octubre de 2016

4.14



que vaya a ti, dices, espiral de luz sin fondo
que conduzca a tu materia
mis ingrávidas manos

miércoles, 28 de septiembre de 2016

4.53

Contra el cielo ya tu cuerpo, no para él.
Bebe de tu endurecida sangre
la transparencia
del silencio.

Contra el cielo.
Y me invitas al aire cuando solo tu nombre,
sombra, es tuyo
todavía.

martes, 27 de septiembre de 2016

4.31

Me guías a través de árboles hambrientos de cuerpos para verterte en mis cabellos, pero la sangre se calcina en la sangre. ¿No lo ves? Lo que yo veo, desde donde te construyo para respirarte en el hueco donde quizá el aire de la noche podría ser.
¿No lo ves?

Y qué caminos para ti, sin tiempo.

jueves, 22 de septiembre de 2016

lunes, 12 de septiembre de 2016

sábado, 3 de septiembre de 2016

6.04

cuando llegue la mañana para mantener vacías las calles
cuando la piel, abierta en flor, inunde las bocas
derramado en el muérdago de las venas
                tu tacto inconcluso, sístole
o diástole

lunes, 22 de agosto de 2016

M. [detalle]

y en la canción de los años ambas,
Maria, una siempre
                             nunca rota

sábado, 6 de agosto de 2016

21.16

pero la piel era solo piel
y qué podía abrirse para nacer en ella
más que sí misma

[and it's a beautiful crime]

viernes, 5 de agosto de 2016

[14]

"Llegó tan hondo el beso
que traspasó y emocionó los muertos.

El beso trajo un brío
que arrebató la boca de los vivos.

El hondo beso grande
sintió breves los labios al ahondarse.

El beso aquel que quiso
cavar los muertos y sembrar los vivos."

Miguel Hernández

martes, 2 de agosto de 2016

23.29


Nos explicaba que en aquel poblado el grito de la muerte corría de garganta a garganta en mitad de la noche como una vena abierta; no más campana que la voz para establecer el fin de la línea.
Nosotras escuchábamos como quien atiende, suspendido, a la iluminadora revelación de la profecía.

martes, 26 de julio de 2016

Der Dorn wirbt um die Wunde



"Luz de retama, amarilla, las pendientes
supuran contra el cielo, la espina
corteja a la herida, suena
dentro, ya es la tarde, la nada
rueda sus mares para la oración,
la vela de sangre viene hacia ti.

Seco, aridecido,
el lecho detrás de ti, enjuncada
su hora, en lo alto,
junto a la estrella, los lechosos
esteros charlotean en el limo, dátil de mar,
abajo, ramosa, abierta al azul, una mata
de fugacidad, bella,
saluda a tu memoria.

(¿Me conocíais,
manos? Anduve
por el camino bifurcado que indicasteis, mi boca
escupió su guija, anduve, mi tiempo,
caminera conchesta, arrojó su sombra - ¿me conocíais?)

Manos, la herida
cortejada por la espina, repique,
manos, la nada, sus mares,
manos, a la luz de la retama, la
vela de sangre
viene hacia ti.


tú enseñas
tú enseñas a tus manos
tú enseñas a tus manos tú enseñas
tú enseñas a tus manos
                                a dormir."

Paul Celan

lunes, 25 de julio de 2016

4.04



pero dónde estás tú cuando tu piel quema
dedos y labios
dónde yo cuando la sombra de tus manos se abre
hasta perderse en el claroscuro del tacto
y en el paradójico instante
del gesto
y su inmaculada eternidad de ausencias

[in a most peculiar way]

domingo, 24 de julio de 2016

2.41

qué buscaba sino el regalo de los cuerpos amantes,
el trueno bajo los pies, la piel
arrancada del beso del músculo
(nunca sus bocas
como las nuestras)

lunes, 18 de julio de 2016

Vuelve otra vez



"Vuelve otra vez y muchas veces, cógeme,
amada sensación, regresa y cógeme,
cuando la memoria del cuerpo se despierta
y un antiguo deseo atraviesa la sangre,
cuando los labios y la piel recuerdan,
cuando las manos sienten que aún te tocan.

Vuelve otra vez y cógeme en la noche
cuando los labios y la piel recuerdan..."

Constantinos Cavafis

domingo, 17 de julio de 2016

7.46

Ella sonreía, también, como pocas veces. Como casi nunca. Pero el tallo de su sonrisa se quebró levemente al fijar su iris carente de luz en el mío.
Alimentarme de él, entonces.
En sus ojos
la forma última de todas las cosas, el trazo
en lo indecible de las arenas, el
mero canto otro
en mi canto ahora,
en

viernes, 15 de julio de 2016

9.06

Quizá la multiplicidad de los rostros abriendo vena a vena el sueño de fuego del amanecer. Un día tras otro: nadie. Y en el sucederse al próximo, el vacío lingüístico de respuestas se traslada a la carne.
Pero tú llegaste para colmar de nombres el hueco de nadie. Un día tras otro; un rostro, dos rostros, tres rostros, como una cobertura eterna de la realidad imperecedera del centro, como la rosa que, entre océanos triangulares de pétalos, contiene su propio e impronunciable nombre. En su laberinto se dice a sí misma; nada más necesita.
Sé tú mi laberinto.

jueves, 14 de julio de 2016

1.47

cerradas las manos
almendra de piel donde
              gestar
la nada

miércoles, 13 de julio de 2016

2.42



El viento se arrastra para suceder en ti, para saberte tú misma en el vomitarse absurdo de las horas sin sueño.
Y que el canto que sobre él lleva pueda tal vez ser el tuyo.

sábado, 9 de julio de 2016

4.01

palabra o sangre en llamas de la carne, besa
los labios en pétalo
de la rosa

jueves, 7 de julio de 2016

The devil won't have me



Indescriptible.

G.

Los bosques de sus ojos en los míos. Besó mi mandíbula; gestos suyos cuando en alguna de esas escasas ocasiones me invade una extraña tristeza sin nombres que la contengan entre sus formas. Sonreí. La marea inmensa de sus ondas rozaba mi rostro: "no te vayas", susurró. Solas, las dos, y un susurrar simple como la vida y el amor que la colma, rebosante de sí mismo.
Y llegaron las venas de su boca como ríos donde perderse.

miércoles, 6 de julio de 2016

En el alto jardín que tú deseas

"[...] Pero también la rosa del jardín donde vives.
¡Siempre la rosa, siempre, norte y sur de nosotros!
Tranquila y concentrada como una estatua ciega,
ignorante de esfuerzos soterrados que causa.

Rosa pura que limpia de artificios y croquis
y nos abre las alas tenues de la sonrisa
(mariposa clavada que medita su vuelo).
Rosa del equilibrio sin dolores buscados.
¡Siempre la rosa!"

Federico García Lorca

viernes, 1 de julio de 2016

jueves, 30 de junio de 2016

Lejos

Qué terror fundirse en tu boca y en el solo latir
de las venas.
Qué cuchillo para mi sangre
el filo de tus labios, abertura de flor
deshojando las lenguas
de la noche. Aún un paso
para abrirme la carne, aún
el centímetro de la rosa sangrándose
en las manos.
Todavía.
Nos recojo y bebo, y soy bebida. Hacer la forma
en la forma de las manos; el deseo entre ellas, múltiples rostros. Qué más
más allá.

Danza sonámbula de los cuerpos, sedientos
en el mar inmenso de un deseo inalcanzable;
dos animales
sin nombre. Tantos rostros, aún.
Y tus ojos derretidos en mi iris,
gris, luz sin presencia, azul, manos
arrancando las pieles
(blanco
sobre negro), tu centro un instante
yo misma, confundidas
en el golpe sordo de la cintura.
Sedientas en las aguas oscuras, pudiendo beber
pero nunca suficiente. Al alcance siempre
de la lengua, y nunca tú, en ningún momento
yo, tampoco; las aguas. Dejarse.

Más allá de mí qué hay ahora,
más allá, animal,
agua sin abrazo de orillas, qué más
sino tú
o la ausencia de los nombres.

miércoles, 22 de junio de 2016

4.14



encontrando la lentitud del olor del verano
entras en ella, y me desnudas
con la prisa hecha un nudo en la garganta, con palabras
incapaces que se amputan a sí mismas, con
el delicado cuchillo
del deseo
afilándose en la sed de las pieles
               - entras en ella, y me pronuncias
lenta como una tarde de verano
que habito ya
desde ti

mírame. ábreme en la palabra
donde pueda ser, donde
el silencio enmudezca, colmado de voces:
haz que sea
               y para serme te llenas la mirada de mí, de ti, de la imperfección
de la piel y su invisible lámina
de recuerdo, llenas
todos los ojos de tu cuerpo
de las ramificaciones de mi voz que bebes
hasta la extenuación, hasta pronunciarte
en mí,
que existo porque tú me esperas
y ahora que tus dedos cierran mis ojos, las palabras,
y allí quedan
               ahora
veo y hablo desde tus manos,
que me construyen, que me desnudan
con la lentísima prisa
del olor del verano

martes, 21 de junio de 2016

De las pequeñas cosas

Dibujaba círculos sobre tu espalda desnuda. La luz, abierta en tu piel, engendraba sombras entre mis dedos y tu cuerpo. Tu pelo derramándose por tu cuello, las sábanas; tan poco se necesita. Tan sumamente poco.
"El tacto revela los nombres de todas las cosas", te dije una vez. Y a través de ti, de lo que tiento tan tuyo, mi nombre fue revelado. Lo pronunciaste con la única voz entre todas las voces y deveniste tu propio canto, realidad absoluta de la materia que te constituye. Silencio, después. Blanquísimo silencio donde solo tus ojos, amor, tus ojos solo en el cristal sonoro de la tarde.
Se enredaron venas, manos, bocas en el retrocederse hacia el origen. Aún silencio, Esposa, silencio blanquísimo donde habitarnos hasta perder los nombres que solo nuestras voces, prolongadas en el tacto, podrán recuperarnos.

lunes, 20 de junio de 2016

Noche oscura del alma

"En una noche escura
con ansias en amores inflamada
¡o dichosa ventura!
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.

Ascuras y segura
por la secreta escala, disfraçada,
¡o dichosa ventura!
a escuras y en celada
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto que nadie me veýa
ni yo mirava cosa
sin otra luz y guía
sino la que en el coraçón ardía.

Aquésta me guiava
más cierto que la luz de mediodía
adonde me esperava
quien yo bien me savía
en parte donde nadie parecía.

¡O noche, que guiaste!
¡O noche amable más que la alborada!
¡O noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba
allí quedó dormido
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros ayre daba.

El ayre de la almena
cuando yo sus cavellos esparcía
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olbidéme
el rostro recliné sobre el amado;
cessó todo, y dexéme
dexando mi cuydado
entre las açucenas olbidado."

San Juan de la Cruz

domingo, 19 de junio de 2016

E.

sumergirse a lo hondo y arrancar
la piedra ajena
               piedra sola

alcé la vista hacia los ojos
de la Esposa e, intermitentemente, vislumbré
el hueco en canto
de su sexo;
ella estaba allí, siempre estuvo
su mano entre mis cabellos, el calor
de sus muslos
latiéndome en la mejilla, alimentando
el fluir inconcluso de la sangre

dije su nombre sobre todos los nombres
y todos ellos perdieron su forma
desde su mirada;
obvié la mentira -articulada
en mis propios ojos,
tan conocida
pero negada-,
y respiré, al fin
               negué el Todo para que me fuese afirmado
y, como aquel hombre, dije:
"Escucha, madre, he vuelto",
conmigo la verdad sola
sumergida
a lo hondo
               y allí la Esposa,
               que siempre estuvo

sábado, 18 de junio de 2016

Poema 51

"Miré las aguas
y vi su gesto grácil
y vi en mis ojos su mirada
y ardió el río
con el dardo de amor,
y discurría mi cuerpo
con el suyo
entre las llamas del agua."

Clara Janés

[al fin]

jueves, 16 de junio de 2016

lunes, 13 de junio de 2016

7.09 [del miedo]

A tientas, sin reconocer los espacios, terminé sentada en algún punto indefinido del suelo de aquella casa; próxima a la muerte la oscuridad absoluta de la noche. Acaso pudiera yo beberla cuando ella, saciada de mí, me lanzó al vacío.
Útero nocturno y su imposibilitado nacerme. Pensamientos agolpados en la garganta, no palabras. Volver al origen y reconocer en él la incertidumbre de la aún no parida mañana.
¿Quizá?
Volvió la luz y, con ella, sobrevivida yo a la muerte. "No me arrebates de nuevo", le dije conociendo la respuesta. "No me arrebates".

sábado, 11 de junio de 2016

1.54



A lo largo de un instante quizá demasiado largo olvidé mi rostro y me desnací; despojamiento absoluto de mi ya no mía materia. Volvería a mí después, desvestida, vuelta hacia mi propio origen. Era cierto: "cuanto más te alejas, más me acercas a mí mismo".
Dentro de mí os vi de nuevo. Dentro, tan dentro que fuera; os veo, os siento ahora en vuestros labios que son los míos, en vuestros ojos que reflejan lo que los propios pudieran acaso adivinar. Un café, noches de sábado fumando en la cocina, brazos que abarcan años en su eterno cobijo; palabras inmaculadas, no memoria. Os veo, al fin, en el mismo punto en que vosotros no dejasteis jamás de verme.
Percibo la frescura infinita de vuestra piel desde mis orillas. Allí, vuestras risas desnudan mi rostro.

viernes, 10 de junio de 2016

Sé tú mi límite



"Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco de la tristeza.

Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.

Si tú acercas tu boca inagotable
hasta la mía, bebo
sin cesar la raíz de mi propia existencia.

Pero tú ignoras cuánto
la cercanía de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí mismo
me reduce a la sombra.

Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.

No te alejes jamás:
Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
Retenme.
Sé tú mi límite.
Y yo la imagen
de mí feliz, que tú me has dado."

José Ángel Valente

miércoles, 8 de junio de 2016

Lepidòpters

"Només t'he conegut de perfil,
tal com et va col·locar la mort
l'últim diumenge del mes de maig.

També de perfil era més senzill
caçar les papallones de la pineda:

després els dits quedaven
empolsimats amb escates
càlides y cendroses.

I tu deies si l'agafes així
no tornarà a volar.

I jo mirava aquella purpurina
quasi mineral
adherida a la paciència
dels dits

i no entenia la paradoxa
del tacte,

que a penes toca un ésser
el destrueix."

Gemma Gorga

martes, 7 de junio de 2016

Lázaro (II)

Me induje mi propia muerte.
Quería la nada, pero la nada
solo sostendría al pájaro;
quería el centro
y en él la piedra
ya;
el deslizarse fue acaso
un brazo en el agua
y el fondo, un espejo en el que no
reconocerse
aún, palabra
en la que no habitaría ya más nunca
o de la que llevar deshabitada demasiado tiempo.

No había suficiente graduación en la mirada para entender más allá
de la palabra muerte; qué ver
allí
sino a ti de ti arrancado.
Verse cuando no se es, quizá
a través solo
de la aún no muerte
del ojo ajeno, desde el tacto de las retinas,
         sus dedos
sobre la lengua más honda de la conciencia: "creo
que esto soy yo", "recuerdo
que podría ser yo, pero
cómo serme fuera ya".
Fuera.

Aun así me llamaban.
Me llamaban desde el nombre cuando su cáscara
solo recubría la adiposa cáscara de mi piel;
incluso hasta la verticalidad de la carne hundida en metales
llegaban sus voces.
Nadie quería nacerme en sí,
pero me llamaban. Grité.
"Madre", dije, rompiéndose ella
y mi voz al pasar entre las espinas de la garganta.

"Madre", grité de nuevo,
y madre y palabra que la contenían
desaparecieron.

Siempre lo supe. Sabía que la respuesta
era el silencio.
Y pese a ello

domingo, 5 de junio de 2016

Nocturno del hueco

"Para ver que todo se ha ido,
para ver los huecos y los vestidos,
¡dame tu guante de luna,
tu otro guante perdido en la hierba,
amor mío!

Puede el aire arrancar los caracoles
muertos sobre el pulmón del elefante
y soplar los gusanos ateridos
de las yemas de luz o las manzanas.

Los rostros bogan impasibles
bajo el diminuto griterío de las yerbas
y en el rincón está el pechito de la rana
turbio de corazón y mandolina.

En la gran plaza desierta
mugía la bovina cabeza recién cortada
y eran duro cristal definitivo
las formas que buscaban el giro de la sierpe.

Para ver que todo se ha ido
dame tu mudo hueco, ¡amor mío!
Nostalgia de academia y cielo triste.
¡Para ver que todo se ha ido!

Dentro de ti, amor mío, por tu carne,
¡qué silencio de trenes bocarriba!
¡cuánto brazo de momia florecido!
¡qué cielo sin salida, amor, qué cielo!

Es la piedra en el agua y es la voz en la brisa
bordes de amor que escapan de su tronco sangrante.
Basta tocar el pulso de nuestro amor presente
para que broten flores sobre los otros niños.

Para ver que todo se ha ido.
Para ver los huecos de nubes y ríos.
Dame tus manos de laurel, amor.
¡Para ver que todo se ha ido!

Ruedan los huecos puros, por mí, por ti, en el alba
conservando las huellas de las ramas de sangre
y algún perfil de yeso tranquilo que dibuja
instantáneo dolor de luna apuntillada.

Mira formas concretas que buscan su vacío.
Perros equivocados y manzanas mordidas.
Mira el ansia, la angustia de un triste mundo fósil
que no encuentra el acento de su primer sollozo.

Cuando busco en la cama los rumores del hilo
has venido, amor mío, a cubrir mi tejado.
El hueco de una hormiga puede llenar el aire,
pero tú vas gimiendo sin norte por mis ojos.

No, por mis ojos no, que ahora me enseñas
cuatro ríos ceñidos en tu brazo,
en la dura barraca donde la luna prisionera
devora a un marinero delante de los niños.

Para ver que todo se ha ido
¡amor inexpugnable, amor huido!
No, no me des tu hueco,
¡que ya va por el aire el mío!
¡Ay de ti, ay de mí, de la brisa!
Para ver que todo se ha ido."

Federico García Lorca

martes, 31 de mayo de 2016

Hogar [fragmento]

Pero no en vano;
sangre, risa, amor,
vena incendiada, labios
como espadas, líquido recorrerme para siempre,

nunca en vano.

domingo, 29 de mayo de 2016

Judit

Vestido negro, ondas recogidas al fin, lenguas de humo lamiendo el techo y ese extraño y agradable tacto anudado al cuello; líquida yo en un reflejo líquido.
Tú solo observas. Estás aquí sin estarte, y como si de mí gotearas te imagino deslizándote por el hueco de mi cuello. "No pareces tú", quizá dirías. Y sería cierto; extraño el recuerdo y su costumbre de materializarte cuando no existe ya en ti lo que de ti recuerdo. "Te he fallado", quizá. Pero no. Nunca fallas. Simple: creía en todo lo que decías.
Líquida todavía. Tu rostro, tu para siempre alejado de mis manos rostro se desprende de mi cuerpo para dar paso a la realidad de la carne. Ojos rojos, labios verdes u otras alteraciones insignificantes del orden. No: los bosques que me retienen a través del espejo son sus ojos, los ojos de su cuerpo, sus anegados ojos que solo pueden ser para sí mismos desde su mirada tan suya.
Entorna el mar bajo su frente y entreabre los labios; no necesita palabras. Siempre sin ellas, acaso sea yo para ella el oscurecido brillo de la intuición sin nombre.
La sangre de su boca abre entonces un clavel en mi mejilla. "Estás preciosa", susurra.

viernes, 27 de mayo de 2016

14.11

Madre, sobre este cuerpo
la verticalidad de la luz susurra
que engendre en lo oscuro el útero
para su llegada.
Siquiera palabras
que arderse en el aire. He borrado
cada rastro, cada huella
de carne, madre, solo
para la llegada lumínica
a este útero ya
sin signos posibles
ni canto donde incendiarse.
Borrarse solo para dejar en él
la inundada horizontalidad de la noche.


Pero por qué, madre,
por qué a mí
también borrarme.

jueves, 26 de mayo de 2016

En memoria [I, M]

Aún estabas cuando me había ido. El hueco, entre ambos, abrió todas las voces de la carne.
El no estar cantaría otra vez. Acaso hubiera cantado ya tiempo atrás.
Partidos, al fin, los dos. Solo partiendo sería la forma de llenar de carne la ausencia de sabernos presentes sin estarlo.

lunes, 23 de mayo de 2016

15.55 [o los labios del laberinto]

Cristal, cristal, cristal. En todos ellos pálida, despeinada, seria. Una sombra pesada y tediosa. Para. La sombra ahora es estática y parece quedar definida por unos instantes. Pálida y altiva. Ese rostro, ¿eres tú mi rostro? Interrogo sin respuestas. Le hablo de nuevo: ¿eres tú mi rostro? Pero ninguno de los dos contestáis, voces sin figura.
No recuerdo el primer día que me vi a mí misma. Simplemente yo estaba allí cuando me encontré. Estaba allí ya, con mi voz, con ojos extraños, con algo que recordar: nombres, una madre, un padre, un hermano, tíos, primos, poco más. De los cinco años recuerdo solo a mi perro. De los seis, que el día antes de mi cumpleaños no quería cumplir los siete. De los doce cuando te enseñé a mirar fijamente a los ojos o cuando fingía estar muerta. Quizá solo me recuerdo a través de los que dijeron conocerme, porque no puedo ubicar muchos más puntos en esta conciencia derramada. El diente perdido en clase, el dolor y la ausencia de la mujer de ojos verdes, el frío y los insectos de aquella casa; no. No parecen sino fragmentos desgajados de algo superior que nunca me perteneció realmente. Donde nunca pertenecí, tampoco.
Creo que nunca he pertenecido a ningún sitio concreto, a nadie concreto, a nada en concreto. Las cosas simplemente se sucedían y yo observaba. Tímida, silenciosa, altiva, como si acaso una parte de todo aquello me perteneciera o me hiciera pertenecer a algo más allá de mí misma. Y no. Espesa, tediosa sombra arrancada de la tierra y alzada para presentarse ante mí sin aviso previo. "Piramidal, funesta, de la tierra", pienso. Y tú lo oyes dentro de ti como lo oigo yo ahora, en este punto de distancias entre lo que tú eres y lo que yo ya he sido.
Te interrogo aunque ninguna de las voces vaya a contestarnos. ¿Pensabas que me había ido? Sí, es cierto, voz sin rostro que tomas mi forma que no conoces en ese cuerpo otro que te canta; te he echado de menos. ¿Quién se fue? ¿Fui yo o fuiste tú? O los dos, o ninguno.
Esta lengua metálica que lame la sequedad del campo me arrastra irremediablemente sobre jirones de sombra, pálida y tediosa articulación en la sucesión de cristales de tren en movimiento hasta la llegada al destino. Ahí, por unos segundos, silencio. Profundo, oscuro.
Y se abren las puertas.

Más fuerte que el agua

"Dentro de los ojos
un puñal de plata."

Federico García Lorca

viernes, 20 de mayo de 2016

8995 [13]



Respirarte desde el aire que me dejas, donde a mí nunca me pierdes.

[pero el sol]

miércoles, 18 de mayo de 2016

Cántigas de alén, III

"Escoita, mai, voltei.

                              Estou no adro
onde aquel día o grande corpo
de meu abó ficou.
Inda oio o pranto.

Voltei. Nunca partira.

Alongarme somente foi o xeito
de ficar para sempre."

José Ángel Valente

martes, 17 de mayo de 2016

lunes, 16 de mayo de 2016

Daydreaming



Recuerdo algunas cosas: la adherencia de los dedos, la llama inmersa en su sonámbula danza acuática, el perfecto lazo de venas y saliva reteniendo las muñecas y acercándolas hacia la muerte.
Pero tú eres anterior a todo lo que conoces.
Tú eres...

0.21

En el desierto tú. Atrás ya las huellas, deshabitadas de carne bajo la tumba de arena.
Desierto: solo tú.
Borrarse.

domingo, 15 de mayo de 2016

2.58 [home]

"Cuando tu ojo se ha hecho ojo para mi corazón, mi corazón ciego se ha anegado en la visión".

Ŷalal al-Dîn Rûmî

viernes, 13 de mayo de 2016

De pieles solares



Enrollo un cigarro. La mesa que sostiene nuestros cafés brilla alegre; aún en ella el árbol silbando desde sus hojas. Bebes en silencio; yo observo. La luz moja mis hombros y se superpone en formas geométricas sobre tu ropa; tan simple y tan hermoso. Toco las aristas ahora en ti esperando que ellas se tumben en mis dedos como una mariposa solar y, sonriendo, preguntas: "¿echabas de menos el sol?". Qué puedo decir: solo reconocemos la presencia a través de los infinitos agujeros que esta deja al desaparecerse. Hoy, por suerte, me asomo a uno de ellos; respiro como quien toma el aire entre las manos, de nuevo, tras años en coma. Tomarlo y aprenderlo para dejarlo ir; nada más. Y agradecer, como la garganta que, en fuego, recibe el beso de las aguas para apagar la sedienta llama. Todo lejos de eternidades; adentrarse solo en el instante con la lentitud de quien conoce el regalo de la brevedad y sus huellas de siglos.
"Llevo años echándolo de menos", contesto, aún con la mano compartiendo, como si tela, la geometría lumínica de tu ropa. Qué más podría decir: aunque mi piel te arrebató de sí misma hoy has llegado, líquida, hasta tus propios bordes. Ahora, solo en este momento, luz, podremos sernos hasta el desvanecimiento, como luciérnagas de tierra y carne.

jueves, 12 de mayo de 2016

O

Un trago largo de café y mi cigarro respirándote entre los dedos. "Es tan sencillo", suspiras. Y lo era antes, también, cuando no sabíamos que el vacío podía rebosarse.
Un brazo de humo asciende hasta el techo. Allí, un instante de previa intuición precede al fundirse del uno en el otro. Tan sencillo. Tanto quizá como la suspendida realidad del aire.
Y respirarlo o no respirarlo.

miércoles, 11 de mayo de 2016

Entonces ella

Extraña paz de metal la que me moja las manos desde tu ausencia. Esperaba, quizá en la proximidad incorpórea desde la que me habitas, que tu nombre me regresara para pronunciarte, pero el nombre al que perteneciste no tiene cabida ya en mi lengua; tan amplia como para no encontrarnos en su porosidad incluso cuando sabemos nuestra presencia o la intuimos, a tientas, sin cruzarla.
Pequeños cuchillos de cristal cantan desde el cuerpo fragmentado de la lluvia. Finos como agujas silban canciones remotas entre los labios del aire, aun con los cuerpos desnudos latiéndose desde sus bocas, aun con la voluntad de hacerse olvido en la yerma germinación de las pieles; incluso ahora que algo se deshoja sin por qué silbarán estas dagas que se llueven, sin más, por la profunda y oscura herida del cielo, donde pequeñas formas rozarán sus alas hasta que una de ellas bese la húmeda cintura de la tierra. No podrá hacerse nada: el cadáver seguirá muriendo lento y oloroso como un rosal.
Y la caída lo hará piedra.
Extraño metal de tu ausencia el que me mojas en las manos. Un último canto de cristales me recuerda que la noche habrá querido llegar hoy a tiempo solo para guardar la luz de tus ojos entre sus manos; entre otras -quién sabe cuáles-, los espesos ríos de tu conciencia se derramarán, de nuevo, en la misma muerte de cada noche. Siquiera en ti quepan entonces las raíces de tu nombre que no encuentro.
Siquiera en este espacio metálico entre la mirada y los ojos pueda yo recordarte.

martes, 10 de mayo de 2016

21.38



Volverte a ti misma.
Creer que en el nombre que habitabas pudieras acaso aparecerte.

lunes, 9 de mayo de 2016

Desde la voz (no tu voz)

Llega a tropezarse en mi retina el latido de una sonrisa que, en su vibrar, cierra levemente uno de tus ojos; prácticamente inapreciable. Mientras tanto, sobre los cuerpos el humo ansiando la lengua de la luz en sus oídos. Que solo fumas cuando estás conmigo, dices desde tus muchas voces que no son ya tuyas, sino recuerdo de otras que las sucedieron en el pulso ingrávido del tiempo. "Quizá sea cierto", pienso; "quizá sea cierto que todas las voces son solo una". Pero dejo de creerlo cuando me respira hacia el centro de mí misma la piedra -centro también, a su vez- de la voz de Thom en "Glass eyes", de la contradicción de la rosa en su "deseo de no ser sueño de nadie bajo tantos párpados", de los espesos ríos de la sangre en los brazos; misma voz todas de la fragmentada espiga de la realidad, cambiando constantemente de máscara bajo la carne. Y en todas ellas, como en la llama, cien mutaciones como una sola, como la piedra en su constante laberinto especular de centros que son ella por siempre, desde siempre.
Desde ti espero solo la revelación, la cabida del cuerpo del dios en el latido mismo del instante. Acaso cupiera el instante en sí mismo; acaso contenerse en la semilla y rasgarse para abrirse a la avidez de la vida sin el terror insondable de saberse siendo. Sonríes de nuevo y cantas, desde ti misma, palabras suspendidas en el mismo aire de todos los siglos; podría en una de tus voces habitarme, no en tu voz.
Recordé entonces a San Juan:

                       "Quedeme y olvideme,
                       el rostro recliné sobre el Amado,
                       cesó todo, y dejeme,
                       dejando mi cuidado
                       entre las azucenas olvidado".

Y olvidé, también, quedando solo en el olvido lo sentido restaurado.

domingo, 8 de mayo de 2016

Manos e imprecisiones [2.00]

Acercándonos siempre a tientas, buscando sin saber dónde los labios o las palabras. Y el aire cae, impreciso, sin alcanzarnos. Y este tacto que no me das me abre la carne y me arranca unas costras que comienzan a cicatrizarte la piel; aún, a tientas, te busco en este tacto.
No estás
(porque no puedes estar
sino en mis manos, que
te buscan en mí y no te encuentran
por mucho que les suplique que me desnuden
como lo hacías
tú). 
Quizá solo en estas manos mías, inexactas como el latido de tu silencio
(esas,
donde crecerte
en mí).
Qué ingenua.
La luz, cediéndose a sí misma, nos desveló al fin que no estábamos 
(que ya
no, que
quizá nunca).

viernes, 6 de mayo de 2016

Manos de esta tarde

Pequeña tú, podrías caberme en el centro de la palma; tu cara en ella, no tú toda, me late aire en la piel hasta bombear el cuerpo sin rostro del deseo, donde solo el tuyo, amor, solo tuyo esta tarde.
Entra la brisa de mil años por tu balcón abierto. Allí, cuando tumbada desnuda sobre tu lado izquierdo me susurras lo cansado que es saber que se es, pronuncio tu nombre hasta deshacerte en él o hasta que él se deshaga en sí mismo; tan peligrosamente incómoda la identidad, cuando tan sencillo es el reverso de las manos.
Formas de mujer hundidas en tu cama como vestigio visible de las formas otras que hemos habitado para deshabitarnos, al fin, en ellas. Arriba, fragmentos solares deshojan el cielo de tus ojos; la tarde -o tu mirada-, a través de la fría espada clavada entre nuestros cuerpos y su sed, clarea la luz anteriormente contemplada: no conoce más. Tú allí, desde ella, atrapas en tu transparencia de acero los pétalos de su brillo como si toda tú de piedra, como si acaso fuera posible capturar lo existente antes de palpar el cuerpo de su ausencia en su nocturno deshilarse. Suspiras: tu cuerpo se eleva para ascender, después, en su caída; yo oigo tu volver a ti misma con la suavidad de la carne abriendo flores de blasfemia en la blancura de tus sábanas (piel de la cama sobrevivida a tu propia piel sin saberse ya quién cubre a qué: si piel a colchón, si sábana a músculo y a su roja prisión de sangre).
Anticipada a la noche me acercas el rumor lejano de los cristales de la luna entre las manos. Cerradas; arriba, abajo, arriba..., pero tan quietas siempre como tú misma, que estando queda me traes la vibración de tus dedos a la flor del alba de la boca. Así, solo ondas de tu antiguo vibrar cuando tu murmuro de mar sin sueño rasga las telas del silencio: tú tanta sed; yo arrastrada constantemente a las oscuras orillas sin nombre de tu carne abierta, y en el agua aún el ansia de ella misma, aún la necesidad oxigenada de decirnos una y otra vez para dejar de sernos y ser, sin más, canto en la otra. Cerradas todavía; el mosaico de tu voz me llama desde tus manos para desatar en saliva y piel los límites de la tarde clara. Y cantan en mi boca estas manos que eres tú, que te prolongan en mí hasta nacerte en el útero de mi carne: son tú, te eres. Manos tuyas, tus manos cuando necesariamente tienes que ser tú, donde debes serte hasta desnacerte en su mismo centro; estas manos, tus manos: eres tú.

                       (quién sabe ya
                        a qué remota morada del alma me llevan 
                                               esas manos)

miércoles, 4 de mayo de 2016

And death shall have no dominion

"Y la muerte no tendrá dominio.
Los hombres desnudos han de ser uno solo
con el hombre en el viento y la luna poniente;
cuando sus huesos queden limpios y los limpios huesos se dispersen,
ellos tendrán estrellas en el codo y en el pie;
aunque se vuelvan locos serán cuerdos,
aunque se hundan en el mar de nuevo surgirán,
aunque se pierdan los amantes, no se perderá el amor;
y la muerte no tendrá dominio.

Y la muerte no tendrá dominio.
Los que hace tiempo yacen
bajo los dédalos del mar no han de morir entre los vientos,
retorcidos de angustia cuando los nervios cedan,
atados a una rueda no serán destrozados;
la fe, en sus manos, ha de partirse en dos,
y habrán de traspasarles los males unicornes;
rotos todos los cabos, ellos no estallarán.
Y la muerte no tendrá dominio.

Y la muerte no tendrá dominio.
Ya las gaviotas no gritarán en los oídos
ni romperán las olas sonoras en las playas;
donde alentó una flor, otra flor tal vez nunca
levante su cabeza a los embates de la lluvia;
y aunque ellos estén locos y totalmente muertos
sus cabezas martillearán en las margaritas;
irrumpirán al sol hasta que el sol sucumba,
y la muerte no tendrá dominio."

Dylan Thomas

Pequeño vals vienés



"Toma este vals que se muere en mis brazos".

martes, 3 de mayo de 2016

1.12 [volver]


Tú, que me llamas niña porque sabes esos brazos finísimos que se esconden bajo la aspereza de lo visible, me preguntas el espacio que hay entre sombra y sombra cuando la puerta termina de cerrarse. Un sonido seco; silencio, y el quizá, que no puede contenerse en sus formas, cambiando de silueta en su tumbarse bajo el sol del tiempo: ahora pájaro, ahora línea blanca y viscosa entre las piernas en parto de la tarde, ahora un haberse nacido así, sin razón alguna. Todo, en fin, siempre calcinado.
Pero yo estoy ahora sobre las nubes y siento, a través de ellas, algo que me traspasa la espalda, como la intuición de saberse aquí aunque aquí se esté durante solo un instante; qué visión la de quererse muerto en el cielo cuando en los oídos el canto inmenso de la tierra solo. Y tú, que eres tierra también, me llamas desde abajo con los brazos de un bosque aferrado a eso que tú eres y me dices: "niña, háblame de ese espacio...", como si yo conociera otro espacio que este que siquiera habito ya.
"Niña", me dices, pero no escucho. Ahora que me veo en este otro teatro y repaso una y otra vez las vigas y su carcoma para terminar, como siempre, acariciando con la retina la madera helada del escenario, pienso en todas esas pequeñas escenas y esas mujeres suyas que tanta gracia te hacen. Yo me las imagino allí, muy vivas y con la piel radiante, extremadamente blanca, cantando sus sinsentidos como si a alguien le pudiera importar su latidillo de tinta lo más mínimo. Las veo, de verdad que lo hago, y desde su forma que no es forma me dicen siempre lo mismo:

MUJER VESTIDA. Pero tú estabas hermosa cuando me querías; tu pelo y tu cuello me cantaban en la boca como una fuentecilla fresca (Incrédula.) Ahora pareces un ramillete de flores secas.
MÁSCARA ROJA (Irritada). Tengo la cintura dura como el tallo vivísimo de cien rosales ardiendo en la madrugada.
MUJER VESTIDA. Cállate. Esa cintura en la que cuelgas a cualquiera ya no parece más que una luna menguada en el centro negrísimo de la noche. Pero cuando me querías...
MÁSCARA ROJA (Impaciente). Habla.
MUJER VESTIDA. Cuando me querías eras la más hermosa. Ahora no te me pareces tú misma.
MÁSCARA ROJA. ¿Y qué me pareces tú a mí? Miro tus ojos como si fueran dos muertes pequeñitas y no es suficiente; no puede serlo. Esos dos ojos tuyos como dos puntos, donde si solo hubiera un tercero podrías quizá suspenderme en el aire. ¡El aire! (Pausa.) Pero tú estás lejos ya de todo lo que se tumba en los huecos y se deja colgar de las ramas. ¿Qué me pareces ahora? Ni siquiera respiro (Absorta.) Y antes yo respiraba de tu boca como si fuera un pulmón de flores abiertas, como si me ahogaras en un monte de árboles verdísimos y chorreantes de resina, llenándome la lengua de ti y de todas las espadas afiladísimas de tu bosque entero. Y me movía tu pelo inmenso como me sacuden las aguas, como si toda tu cabellera se desplegara en olas, y olas, y más olas, sin orilla en la que dejar cerrarse mi carne en la corriente oscura de tu aliento.
MUJER VESTIDA. ¿Qué, entonces?
MÁSCARA ROJA (En voz baja). Dejaste de quererme. Como quien olvida de repente la mañana cuando se despierta, sonámbulo de mares de cien lunas. Simple y redondo como una piedrecita.
MUJER VESTIDA (Con rabia). ¡Dejar de quererte! Me he echado sal en los ojos para no ver arder deseos nuevos en los tuyos; me he llenado la boca de piedras para no hablar, porque si hablara; si solo hablara. Abriría mi boca y me cabría en ella toda esta ciudad entera. Si mi boca se abriera no sé ya cuántas bocas harían falta para callarme. ¿Y qué? ¿De qué me ha servido? (Pausa.) Para hacer duro mi silencio y clavármelo en el paladar y en la lengua, nada más. Para dos filos me ha servido este silencio; arriba y abajo, como un infierno derramando sus llamas de sangre en una tierra en la que nada puede crecer.
MÁSCARA ROJA (Dándole la espalda). Tus palabras son solo palabras que no pueden ser más.
MUJER VESTIDA (Irritada). Que mi carne puede hablar más que mi boca ya lo sabes.
MÁSCARA ROJA (Volviéndose, con energía). Cállate.
MUJER VESTIDA. Hablaré durante diez años si hace falta. He callado ya demasiadas veces, ¿para qué? Para hacer de mi cuerpo una llanura lisa y blanca llena de agujeros que nunca pueden llenarse (Pausada). Que te tengo siempre delante y no te alcanzo... siempre delante, siempre, siempre, siempre, cuando solo eres otro hueco que no puede llenarse. Pero lo que nos abandonó de nosotras mismas era simple y redondo como una piedrecita.
MÁSCARA ROJA (Lejana). Como el canto finísimo de una cabeza decapitada.
MUJER VESTIDA (Cerrando los ojos). Como el canto...

Así las imagino yo, una y otra vez ante mí, como si me hablaran desde dentro de ellas mismas y ya no desde el centro de mi cuerpo. ¿Qué más? "Niña, niña", pero yo solo veo sus brazos alzándose casi como una súplica, queriendo ser, esperando que las sea, con sus brazos largos como ramas sacudiéndose en lo oscuro. ¿Y qué espero yo, qué esperas tú? Quizá el sexo de la noche abriendo sus raíces en tu boca o la piedra más que blanca de las piernas de la luna anudadas a un cuerpo solo; mármol sobre mármol, rocío lamiendo con su lengua los muslos puros de quién sabe qué punto de la madrugada. Ellas, que son yo, me empujan como una exhalación a los labios entreabiertos del deseo, y en su humedad, abiertas ya, solo flores entre tus labios.
Solo flores entre tus labios.

viernes, 29 de abril de 2016

1.29

La amarga altitud aún de ser, aún si acaso mañana llegara en el desequilibrado filo. Nunca sé ya: si carne, cuchillo, o el lado aquel que decías mío.
Colgando allí, ayer. De él, todavía el margen de su espejo equivocando la mañana, por siempre vuelto a sí mismo; cristal líquido de labios, reflejo de reflejo de reflejo de...

jueves, 28 de abril de 2016

XXXIII

"Si lloviera esta noche, retiraríame
de aquí a mil años.
Mejor a cien no más.
Como si nada hubiese ocurrido, haría
la cuenta de que vengo todavía.

      O sin madre, sin amada, sin porfía
de agacharme a aguaitar al fondo, a puro
pulso,
esta noche así, estaría escarmenando
la fibra védica,
la lana védica de mi fin final, hilo
del diantre, traza de haber tenido
por las narices
a dos badajos inacordes de tiempo
                    en una misma campana.

      Haga la cuenta de mi vida
o haga la cuenta de no haber aún nacido
no alcanzaré a librarme.

      No será lo que aún no haya venido, sino
lo que ha llegado y ya se ha ido,
sino lo que ha llegado y ya se ha ido."

César Vallejo

8.40

Útero del desierto.
Nacerte desde la flor sin por qué.

martes, 26 de abril de 2016

21.27

Me llamabas con el nombre que me pusiste y nadie contestaba; cerrados los campos y envueltos alrededor de sí mismos como una madeja de lana. Sonó tu voz una vez, y otra. Quizá otra más. Nadie allí para contestar; allí, nadie, nadie.
Parecías sonarme desde dentro: "escucha", dijiste una vez. Vinieron después otras palabras y, tras ellas, volvió a vibrar en la punta de los dedos la llamada profunda para el abismo: "cuando el agua caiga sobre el cristal, ¿dónde empezar o terminarse?"; susurro del viento en su tropezarse con los límites de la carne. "Escucha", de nuevo, pero todavía como la primera vez; "escucha. Salta".
Y deseando entonces que mi sangre hiciera al Dios aparecerse, llegó la nada.

lunes, 25 de abril de 2016

Corona

"En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos.
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.

En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.

Mi ojo asciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.

Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.

Es tiempo."

Paul Celan
(Versión de José Ángel Valente)

domingo, 24 de abril de 2016

59

"De tu anegado corazón me llega, como antes tu voz, el vaho oscuro de la muerte. Habítame con ella. Ni siquiera la muerte pueda de mí jamás arrebatarte."

José Ángel Valente

sábado, 23 de abril de 2016

9

"Fuera menos penado si no fuera
nardo tu tez para mi vista, nardo,
cardo tu piel para mi tacto, cardo,
tuera tu voz para mi oído, tuera.

Tuera es tu voz para mi oído, tuera,
y ardo en tu voz y en tu alrededor ardo,
y tardo a arder lo que a ofrecerte tardo
miera, mi voz para la tuya miera.

Zarza es tu mano si la tiento, zarza,
ola tu cuerpo si la alcanzo, ola,
cerca una vez pero un millar no cerca.

Garza es mi pena, esbelta y triste garza,
sola como un suspiro y un ay, sola,
terca en su error y en su desgracia terca."

Miguel Hernández

viernes, 22 de abril de 2016

Situación

MUJER DESNUDA. Tus manos están podridas. Mírate: puedo ver cuatro florecillas ahogándose en tus palmas. Me das asco.
DESCONOCIDA. ¿No eran para ti estas manos? ¡Una flor entera, una flor de dedos que se abre al amanecer!
MUJER DESNUDA. No te conozco.
DESCONOCIDA. Me conociste.
MUJER DESNUDA. No recuerdo nada.
DESCONOCIDA (Acercando las manos al rostro de la MUJER DESNUDA). Mi regazo huele aún a flores frescas. ¿No recuerdas? Te escondías en mi ombligo y cantabas como un pajarillo. Estoy segura. Estoy...
MUJER DESNUDA. Estás, pero no puedes ser. Y el olor de lo que fue frescura es ahora solo un pozo para la muerte; agua estancada que no se mueve, nada más. Y tú llevas tu propio pozo en ti como un jarrón, forzando la espera del filo. ¿Qué quieres? No te reconozco.
DESCONOCIDA. Los pozos se abren entre mis dedos como manantiales.
MUJER DESNUDA. Te resistes al cuchillo del aire, pero los juncos de las orillas nunca se doblan. ¿Qué quieres, qué flor de ti, por siempre cerrada, esperas? ¿Crees que no entiendo? (Pausa.) Mientes a los pies del agua, pero el filo siempre llega para abrir los labios de la carne.
DESCONOCIDA (Apartando las manos). ¡Mientes! ¿Dónde empiezan a derramarse los bordes de la mentira?
MUJER DESNUDA. Desde tus manos.
DESCONOCIDA. La flor de mis venas canta al sol y sigue sus bracitos para sumarse a su cuerpo. ¡Tan hermoso! Es maravilloso, ¿no crees? (Escribe un poema y lo lanza al aire. Al caer, el papel se ha vuelto negro.) Es un milagro, como el de los ojos bebiendo la sangre de la mañana, como el de un cuerpo latiendo todo lo que no se ve, pero que se intuye desde los bordes mismos de la cintura (Da la espalda a la MUJER DESNUDA.) No puedo ser más que eso, ¿no lo ves? Mis manos, estas manos...
MUJER DESNUDA. Están podridas. Tus dedos son solo la raíz que permanece de aquello que fue cortado. Y veo esas cuatro florecillas en tus palmas, o no las veo. Pero tú sigues intentando definirte con tus palabras y te limitas en ellas. Solo cuatro florecillas...
DESCONOCIDA (Llorando). Estas manos...

jueves, 21 de abril de 2016

0.15 [no]

Te nombro para desaparecerte; cerrada tú -aunque abierta la voz-, te rebosas de la presencia que colma de ti las venas del cuerpo ausente. Materia. Te acerco a mí y te escapas; espero tu voz, nunca llega.
Entonces mi nombre en tu boca; desaparezco.
Silencio.
Cerrada yo en la voz cerrada.

[but all the choirs in my head sang: no]

miércoles, 20 de abril de 2016

lunes, 18 de abril de 2016

22.02

Despierta tu desnudez sobre las sábanas; manzana mordida que se invierte en la lengua de los ojos. Te susurré: "me aterra la revelación del sueño, así que mantenme despierta en el cóncavo latido de tu cuerpo". Entonces las anaranjadas ráfagas habían exigido ya el amor en la cumbre de su sacrificio, y yo solo podía sentir una vibración de labios en el suceder y sucederse del beso de una noche de mareas insomnes. "Frases largas para captar la brevedad prolongada de todo lo efímero", decías tú, germinándote desde el propio centro de ese olor intenso tan tuyo, o tan mío, o tan de lo que tú eres cuando yo.
Todo inconcluso.
Diez de la mañana; despierta tu desnudez aunque el deseo duerma.

domingo, 17 de abril de 2016

Lo previo

CLIENTE. Lo dejaré todo para irme contigo (Abraza a la PROSTITUTA, que lo aparta con desprecio.) ¡Me arrastran cien carros de palomas a ti y a la voz de tu cuerpo, como si tu sangre fuera una lluvia de azucenas y en su infinita corriente cada una de ellas rozara las paredes de las venas e hiciera: "cri, cri, cri"! Tu canto es siempre hermoso (Intenta agarrarla de nuevo, inútilmente). Lo dejaré todo por ti.
PROSTITUTA. Lo que tú oyes es solo la voz de la muerte, y yo he escuchado ya mil veces esas promesas en flor que se marchitan al asomar sus pétalos por la boca.
CLIENTE. ¡Estoy sacrificando mi felicidad en la tuya! ¿No puedes verlo? (Llora.) Lo dejaré todo.
PROSTITUTA. Vete (Lo golpea y besa sus labios). Lo que juras dura solo en el inmaculado instante de su pronunciación. Vete, vete he dicho; tu boca huele a la putrefacción mortuoria de cien coronas de rosas.
CLIENTE. ¡Cariño!
PROSTITUTA (Golpeándolo de nuevo). Me repugnas (El CLIENTE golpea su mejilla e intenta besarla, sin resultado.) ¡Repulsivo! Crees que este crepúsculo durará todo un siglo, pero yo vivo en la sombra de tu corazón e intuyo cada nuevo golpear de la sangre. ¡Siempre un nuevo latido sin nombre! (Toma una de las flores de su cabello y la deshoja.) No quiero verte.
(El CLIENTE, tras observar durante unos instantes a la PROSTITUTA, se aleja con paso lento. Aparece la MUJER VESTIDA, quien tras ver lo sucedido se acerca a la PROSTITUTA. Ambas se miran en silencio. La MUJER VESTIDA aparta el cabello de la cara de la PROSTITUTA y besa su mejilla.)
MUJER VESTIDA. Siento abrirse tu clavel insomne entre mis labios...
PROSTITUTA (Rozando sus labios con un dedo y llevándoselo a la boca). La sangre que late en mi mejilla es solo mía, pero puedes quedarte el cristal en fragua de sus pétalos. ¿Qué quieres?
MUJER VESTIDA. ¿Querer? Abrir el alba con la punta de los dedos y que su luz engendre el amor que hará a los cuerpos, nunca a la inversa. Pero no puedo ver más que esta doble noche que me cubre los ojos con sus frías manos de rocío (Aspira profundamente.) Tu cuello aún huele a ese aliento de mil rosas para la muerte.
PROSTITUTA (Alejándose). Ningún Midas me volverá dorada entre sus brazos; solo el abrazo inmenso del amanecer se aferrará a los bordes de mi cuerpo. Pero tú sabes cómo diseccionar el ojo exacto que arrebata la calma del sueño. Te conozco; eres la noche que concibes en ti, y eres hermosa en tu fluirte en ella. Hueles al himno blasfemo de ti misma. (Pausa.) ¿Lo oyes? Los caballos están en camino.
MUJER VESTIDA. No oigo nada.
PROSTITUTA. Cuando llegue el momento los oirás. Todo a su debido tiempo.
MUJER VESTIDA (Sonriendo). Los enterraré para no escuchar sus voces.
PROSTITUTA. Corta sus cabezas antes. Los cuerpos cantan para la tierra, incluso cuando se hunden en su profundo mar de raíces (Acercándose de nuevo a la MUJER VESTIDA.) ¿Qué estás buscando aquí?
MUJER VESTIDA. La absolución.
PROSTITUTA. Rezumas el canto de la blasfemia.Yo no puedo ayudarte. Mírame: ¿qué crees que puede verse en el torpe tropezar de la pupila en mis límites? Todos ven solo las olas de mi cuerpo, incluso tú (La MUJER VESTIDA intenta acariciar su cara, pero la PROSTITUTA toma su mano y la mantiene entre las suyas.) No puedo absolverte. Mírame: siendo toda yo agua mi cuerpo es solo un reloj de arena, pero tú imaginas el puro centro de la marea y él te revela sus formas.
MUJER VESTIDA (Besándola). La intuición de tus formas se me abre en el borde mismo de la boca y parece querer arrastrarme hasta ahogarme (La besa de nuevo.) Eres hermosa como un delirio de mil manos entre los muslos...
PROSTITUTA (Temblando). No sigas, que desde tu boca huelo el florecer de unas palabras lamidas de espinas.
MUJER VESTIDA. Haz una corona de ellas y me arrodillaré ante ti. Te llamaré Jesús hasta que la noche se abra a tu nombre.
PROSTITUTA (Besando las manos de la MUJER VESTIDA). Solo hay una manera de arrancar de mi centro este incesante arañar de girasoles sin sueño. Quizá...
MUJER VESTIDA. Seré tu María. Pide lo que quieras.
PROSTITUTA (Soltando sus manos). Desnúdate. Es la única manera.
MUJER VESTIDA. Seguiré vestida de pieles aunque me desnude.
PROSTITUTA. La piel es solo el envoltorio del deseo. Desnúdate.
(La MUJER VESTIDA se aparta y se quita lentamente la ropa hasta quedar completamente desnuda. Tras ello, la PROSTITUTA hace una corona con las flores de su pelo y la pone en la cabeza de la ahora MUJER DESNUDA.)
MUJER DESNUDA (Suspirando). Te has llevado mi nombre. Ahora solo siento el gemido de la luna arrastrándose por mi lengua hasta llenarme toda la boca.
PROSTITUTA. No hay absolución posible para nosotras, siquiera para el bosque que corona tu frente y que hunde su raíz en tus cabellos. Pero así todos recordarán. Así todos sabrán...
MUJER DESNUDA (Arrodillándose). Me llevaré para la cruz de mi esqueleto solo estas flores y el clavel sin sueño de tu rostro en mis labios.
PROSTITUTA (Poniéndose también de rodillas y tomando las manos de la MUJER DESNUDA). Así todos...
MUJER DESNUDA. Tú te quedarás mi nombre.
PROSTITUTA. ¡Los caballos!

sábado, 16 de abril de 2016

Recuerdo

MUJER DE BLANCO. Eres como un arbolito de venas abiertas. Y yo te riego, te riego todos los días (Pausa.) Parece que mi corazón quiera abrirse a la sed de tus pétalos hasta hundir su sangre en la raíz de tus sales. Pero la marea es toda una, ¿verdad? (Pausa.) Mira, mira qué arbolito de venas...
MUJER DESNUDA. Un ramillete de ríos, nada más. Pero no puedo recordar nada.
TETERA (Impaciente). Tome, tome más té, por favor.
MUJER DESNUDA. No recuerdo cuánto té he tomado.
TETERA. ¡Calumnia! ¡Calumnia! (Ambas sacan sus sables y luchan.)
MUJER DESNUDA (Se sienta de nuevo, apoyando el brazo sobre su sable). El cerrojo de la noche parece querer abrirse, y el ramillete siempre escucha desde el corazón del mar (Mira a la TETERA con desprecio.) ¿Qué hace usted aquí, qué quiere?
TETERA. Tome más té, por favor.
MUJER DESNUDA. Váyase y llévese consigo todos estos recipientes de recuerdos inservibles.
(La MUJER DESNUDA lanza dos tazas al suelo. La TETERA, tras recoger lentamente la mayoría de los pedazos, se aparta hacia un rincón y los abraza.)
MUJER DE BLANCO (Tomando uno de los pedazos cercanos a ella). El ramillete siempre escucha, pero mi piel... mi piel no es suficiente para el latido de tus manos.
MUJER DESNUDA. La piel solo cubre el cuerpo del deseo.
MUJER DE BLANCO (Apretando con fuerza el fragmento roto). ¡Deseo! Las aguas me inundan la garganta; ¡las puras aguas!
MUJER DESNUDA. Solo el canto es suficiente (Apunta a la MUJER DE BLANCO con el sable.) Di mi nombre.
MUJER DE BLANCO. Tu nombre quema la piel de mis labios. ¡No es suficiente!
MUJER DESNUDA (Bajando de nuevo el sable y apoyándose en él). No podré abrir el momento si no me pronuncias.
MUJER DE BLANCO. Eres como un arbolito de venas abiertas. Y yo... (Llora.) Todos, todos los días, hasta que la marea me colma y abre orillas en mi garganta. Pero tú solo ves el blanco de mis ojos. Y dentro de mí, donde estoy yo dormida sobre todas las gomas de las máscaras, está también aquel momento. ¡El momento de mí! (Se lleva las manos a la cara y llora de nuevo.) Y aún huelo sus flores frescas abiertas en la noche de la inocencia.
MUJER DESNUDA. Todas las noches son siempre la misma. Su marea solo es una; así debe ser.
MUJER DE BLANCO. Pero tú podrías diseccionar la noche única de todas las que la forman para hacerme un abanico de mares (Le acerca el pedazo roto a la MUJER DESNUDA). Sería un hogar... ¡un hogar siempre fresco, siempre del rocío de la noche!
MUJER DESNUDA. La noche no puede separarse de sí misma, y tú solo existes porque me quieres. Pero yo soy solo para el ramillete que recoge en su centro todos los ríos; solo para la noche y para el himno profundo de la blancura de las sábanas.
MUJER DE BLANCO. Eres como un arbolito...
MUJER DESNUDA. No puedo recordar nada.

miércoles, 13 de abril de 2016

Momento

MUJER DESNUDA. Yo no conozco más. Quiero solo el momento exacto de tu saliva.
MUJER DE BLANCO (Cerrando los ojos). ¿Y si el viscoso inicio de la mañana empieza a derramarse sobre mis hombros?
MUJER DESNUDA. Te lo arrancaré con un puñal.
MUJER DE BLANCO. ¿Y si lo limpio del puñal con mis manos?
MUJER DESNUDA. Te las lameré con el filo de mis labios hasta abrirse, de él y de tu sangre, sus rosas en mi garganta.
MUJER DE BLANCO. ¿Y si se abre mi piel y no la sangre bajo tu lengua?
MUJER DESNUDA. La abriré más con mis dedos, frescos y mojados de noche, hasta que tu sangre cante.
MUJER DE BLANCO (Temblando). ¡Me amarás desde tus manos para todo un siglo!
MUJER DESNUDA. Por cinco minutos.
MUJER DE BLANCO. ¿Y te quedarás después?
MUJER DESNUDA. Antes ya me habré ido cien veces.
MUJER DE BLANCO (Llora). Y si te canto:
Niña, luna o piedra blanca
no me roces ya los labios
que tengo tus cicatrices
hasta en mis ojos cerrados.
Hasta en mis ojos sin sueño
por tus dos manos cercados;
no me roces ya en tu beso
ni en blancos dedos de mármol.
MUJER DESNUDA. Entonces te cantaré yo al oído durante diez noches que no serán más que una.
MUJER DE BLANCO (Coge una flor y se la lleva al oído). ¡Infierno solo en mi carne sola! ¡Arderá mi cuerpo como el hierro!
MUJER DESNUDA. Solo quiero el momento de tu sangre; las otras venas son todas tuyas (Pausa.) Mírame.
MUJER DE BLANCO. Son plata tus ojos, tus manos. No puedo mirarte.
MUJER DESNUDA. Espejo de mi carne que ahora es tuya. (Agarra el brazo de la MUJER DE BLANCO.) Dime: ¿me morderás el corazón más pequeño de los que arañan el cielo de la arteria?
MUJER DE BLANCO (Lanza la flor a los pies de la MUJER DESNUDA, que la suelta). ¡No puedo mirarte!
MUJER DESNUDA. Mira que mis manos son blancas y martillean en su puro centro la blanca piedra de la luna.
MUJER DE BLANCO (En voz baja, alejándose). ¡El cielo! ¡El cielo! ¡Una noche de plata!
MUJER DESNUDA (Se acerca, con energía). La noche llena mi cuerpo con su larga y esponjosa lengua de simientes. Nunca más el cielo, ¿me oyes? (Pausa.) Mírame. Tienes la cara almidonada y solo aspiras a ver un cielo que es el cielo, o quizá no lo sea. Pero yo tengo algo más para darte (Toma la flor del suelo y lame sus espinas.) Un cuerpo vacío llenándose del silbido de los violines de la noche; un beso de mármoles que se prolongará para siempre en su insignificante brevedad sin nombre. Nunca más el cielo (Suspira.) Un beso solo, un cuerpo blanco que será el tuyo o no será. Eso es lo que tendrán tus ojos en el líquido retrato de mi reflejo.
MUJER DE BLANCO (Llora, cayendo a sus pies). Un beso en el que yo amaré tu cuerpo de cien mares de sueño cerrado durante toda la vida.
MUJER DESNUDA (Se agacha y coloca la flor en el pelo de la MUJER DE BLANCO). Y toda tu vida será en mis olas sin rostro un solo minuto de mi cuerpo.

martes, 12 de abril de 2016

3

"Guiando un tribunal de tiburones,
como con dos guadañas eclipsadas,
con dos cejas tiznadas y cortadas
de tiznar y cortar los corazones,

en el mío has entrado, y en él pones
una red de raíces irritadas,
que avariciosamente acaparadas
tiene en su territorio sus pasiones.

Sal de mi corazón, del que me has hecho
un girasol sumiso y amarillo
al dictamen solar que tu ojo envía:

un terrón para siempre insatisfecho,
un pez embotellado y un martillo
harto de golpear en la herrería."

Miguel Hernández

lunes, 11 de abril de 2016

17.47

Dame un nombre.
Abre el aire en tu garganta, mujer otra, para poderte respirar en mí. Necesito beberme esta vez desde tus labios, líquido espejo del empañado rocío de los míos; necesito una espina que no florezca en las palabras si no es, húmeda noche de los cuerpos, por tu saliva.

domingo, 10 de abril de 2016

2.43



"Tan y tan duro", susurras, y es tan cierto que podría cantarlo en el centro de tu boca.

['cause I'm coming to break it]

sábado, 9 de abril de 2016

[recompensa]

- Deja que lo intente aunque sepa que no puede ser, que nunca va a ser posible.
- ¿Sería eso justo?
- No me importa. Quizá con el tiempo...
Me dejé caer en el centro mismo de mis propias palabras. "Qué tejido de mentira para el calor de tus manos", pensaba entonces, cuando de mi voz solo se me abrían espinas a lo largo de la garganta.
- Puedo intentarlo. Quien no lo sepa ver... eres preciosa, eres... mírame. Deja que lo intente. Daría cualquier cosa.
- ¿La darías de verdad o es un mero decir?
- Cualquier cosa.
Perdido ya mi cuerpo y vuelto a sí mismo; esta fue. Mi recompensa por ser fue esta.

miércoles, 6 de abril de 2016

martes, 5 de abril de 2016

17.17

Te reconozco: eres tú y siempre has sido; no sé más que tu mundo y su aroma en flor que quizá sea, que será para ti en la prolongación tuya que soy yo, que siempre he sido.

lunes, 4 de abril de 2016

17.10

Cuando rozas mis labios con tu lengua y sobre tu saliva construyes su nombre, voz, su mero sonido sobreviene a mi cuerpo. Y como si ella entonces te alzas ante mí, palabra de ti tan mía, para replegarte en tu ausencia de imagen de ti sobrevivida.
Eres tú. Te escucho o presiento; estás en el centro de mi canto y te oigo, a lo lejos. Me escucho también, fuera de mí tan dentro, y cuando la cáscara de la palabra pierde su borde mismo te me abres para cerrarte, de nuevo, en el silencio. Y como si ella entonces te desnudas ante mí, palabra mía tan suya, trayendo en el cese de tu canto la vibración del puro centro de su cuerpo.
Eras tú y quizá no eras, pero yo te intuyo en las meras ondas que laten de ti en mi garganta. Y mi voz ahora, clara y sonora, se proyecta en las moradas de tu ausencia: no te vayas.

From here on it will be straight all the way

domingo, 3 de abril de 2016

Ausencia

Un grito en la mañana. Contesto: "¿sí?". "¿Estás en Barcelona? ¿Te acuerdas de...? Dios, Dios". Frágil niño, tu voz está ardiendo en mis oídos. Sí: recuerdo aquellas noches en Ripollet, tan jóvenes, tan insignificantes, tan entonces, empezando a palpar con los diminutos dedos la textura incierta de la vida. Estás llorando, pequeño y frágil niño, pero no preguntes; claro que recuerdo. Lo recuerdo todo: su larga melena negra hasta la cintura, su jersey marrón, las ondas de su pelo, su sonrisa y su perfil extrañamente hermosos. Su olor. Recuerdo aquella noche y ella, estática en mi mirada, calentándome las manos; nevaba y la oscuridad del cielo parecía querer tragarse las calles. Tú en mis oídos, entonces, y ella tomándome las manos. Su sonrisa era cálida como ese abrazo que se prolonga en el tiempo. Y aunque parezca extraño, el frío no era tan frío entre sus manos.
Hospital. ¿Nos recuerdas tú, tan niños entonces? Media cabeza rapada y una abertura en tu cabeza. Estás fría. En coma. Gritos. Te he tocado y estás helada. Tu madre se golpea contra la pared. Te encontraron allí, inconsciente en el suelo; hay voces que dicen que tienes el cerebro encharcado en sangre. Más voces que no puedo procesar. Han abierto por un momento uno de tus ojos; solo oigo gritos que desconozco mientras tu piel me sigue, en la distancia, congelando los dedos.
Venimos hasta aquí y cenamos juntos como años atrás. El cristal de tus ojos está tan hueco, niño ausente, que oigo mis palabras resonando en tu mirada. Un gesto, entonces, y la mesa arde en latidos imprecisos; 1.07 en mi teléfono. Nos llaman y nos dicen que estás muerta. Tan sencillo. Y en nuestra cabeza tu largo pelo negro hasta la cintura. El olor de tu ropa era el mismo que el de entonces.
Tan lejos ahora sobrevives a tu ausencia.

sábado, 2 de abril de 2016

Tú [despierta, niña]

La mañana se abría en tu pecho y tú respirabas su luz hasta llenarte del día la garganta. Estabas dentro de mis ojos.
Eras preciosa.

viernes, 1 de abril de 2016

15.42

Dime: cuando se ha sido en otros cuerpos, ¿cómo volver al silencio?

0.08

Me pides, para variar, que te escriba sobre mí. Y, también para variar, no tengo grandes cosas que contarte. Lo de siempre, ya sabes: mi vida sigue exactamente donde la dejaste. Alguna cosilla nueva, quizá; escribir que quiero reír y que de repente una hilera de hormigas se desprenda de mis ojos, abriendo canales de fuego a su paso por mis mejillas. Poca cosa más. Tengo un par de hojas escritas por aquí encima. En una de ellas: "Se nos abrió el cielo bajo los pies, solo para que el mar, reflejo sobre nuestros hombros, cubriera en su llanto de sal las grietas". Es curioso mostrar este tipo de cosas a todo el mundo pero no compartirlas realmente con nadie, ¿no te parece? Hay otras cosas más escritas, por si te lo preguntas, pero son de esas que se escriben para digerirse a uno mismo, leerse y decir: "ah, claro. Esto es. Ahora lo entiendo". Y entenderse de verdad otro paso, siempre un paso más, pero negarle a los otros que puedan hacer lo mismo. Sí, te lo niego a ti también. Hay realidades que solo lo son cuando permanecen dentro. "Intentábamos imposibles y acabamos en ninguna parte". Al final no he acabado este texto.
A veces vuelvo a sentir que se me abren los versos en los brazos y me limito a dejarlos sangrar. Es algo que ya sabías pero, como ya te he dicho, no tengo grandes cosas que contarte. La verdad es que me gusta dejarme deslumbrar por esas palabras que me abren la piel y perderme en su falsa belleza, siguiendo su rastro con el dedo índice hasta que desaparecen en el vacío de los poros. Es una tontería, ¿no? Quizá en un momento así sonreirías, susurrando: "qué idiota". Y tendrías razón, como siempre.
¿Qué más podría decirte? Me apetece disfrazarme de una noche muy larga y perderme de nuevo por las calles hasta que el sol se me derrame por los hombros; seguramente lo acabe haciendo. "Que no quiero, que ya está.
Pero y si...".
Siempre la misma duda. ¿Tú también dudas? No hace falta que respondas; ya sé que sí. Yo cada vez lo hago menos. Hay que tomar las cosas como vienen y ya está. Hablando de cosas que vienen: estoy preparando un nuevo poemario. Ya tengo el título y algunas selecciones de lo que habrá en su interior. Aunque en esencia será un "poemario", estructuralmente no lo será tanto como querría, pero qué se le va a hacer. Hay poesía que lo es sin necesidad de vivir disfrazada como tal.
Supongo que con esto tendrás suficiente por esta vez. Si puedo brindarte toda mi sinceridad -toda la posible teniendo en cuenta cómo soy-, te diré que me gustaría no echarte tanto de menos.
Espero que te gusten los escritos que te dediqué. Son solo tuyos.
A más ver,

J.

jueves, 31 de marzo de 2016

6.23

Mi lengua de humo torna en ella todo cuanto lame. Tomo tu cuerpo entre mis manos; las abro: nada.

Unidad en ella

"Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.

Tu forma externa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima,
con esa indescifrable llamada de tus dientes.

Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

Deja, deja que mire, teñido del amor,
enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.

Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.

Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala,
es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo,
un crepitar de la luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo."

Vicente Aleixandre

[I know we're lost, but soon we'll be found]

miércoles, 30 de marzo de 2016

17.01



Me desperté entre delirios. Había pisado ya el extremo de la noche en el último recuerdo pendular de mi memoria; no podía ver más allá de la lentitud de aquella imagen en constante movimiento (izquierda, derecha, izquierda, derecha...). El nuevo día se me abrió como en pequeñas pulsiones dentro de las pupilas, y ya solo podía desear beberme la luz desde los ojos para no ver más. Para no ver. Entonces la mirada se cerró, y en ella solo formas blancas como abanicos informes desplegados una y otra vez; un dolor agudo atravesó mi columna hasta derrumbarla completamente.
- ¿Te duele aquí?
- No.
- ¿Y aquí? ¿Recuerdas lo que cantabas antes?
- Ahí algo. Long and lost.
- Tienes una espalda muy fina. Es preciosa. ¿Te lo han dicho alguna vez? Tan blanca, tan suave.
- Ni siquiera sé dónde estamos.
- Tranquila. ¿Aquí?
- Sí.
- ¿Sabes? Siempre imaginé que serías más pudorosa. Me dabas esa sensación.
- He dejado otra vez de ser pudorosa. No tengo motivos para serlo. Oye, aún no sé dónde estamos.
- ¿Se necesitan grandes motivos para algo así?
- Solo lo soy cuando alguien me gusta.
- ¿Y yo no te gusto?
- No.
- Vaya...
Pocas cosas más en mi cabeza: luces, preguntas, fuego empujando mis inamovibles sienes, dolor extendido en el cuerpo como una serpiente ardiendo tendida en la espalda, suplantando mi columna para vertebrarme sobre la inconsistencia de la llama. "¿Dónde estoy?"; el sol entrando por la ventana me estaba dejando ciega. Dolor en el fondo de los ojos y en los laterales de la cabeza. Quería gritar cientos de nombres, pero todo a mi alrededor bailaba aquella danza de mi cuerpo, excepto él mismo.
- Ahora tienes los ojos azules.
- Qué bien.
- ¿Estás enfadada? Oye, ya no escribes poesía. ¿Por qué has dejado de...?
- Porque no siento nada como para sacar poemas de ello.
- ¿Nada?
- Ni bueno ni malo. Nada.
- Pero escribes cosas hermosas...
- Bueno, que no sienta nada no significa que no haya cosas hermosas dentro de mí. Vámonos. Creo que ya es hora de acabar esta noche.

[but maybe not tonight]

0.01

Y ya solo puedo sentir la lengua del pecado lamiendo el frío mármol de mi cintura.

[it's a different kind of danger]

martes, 29 de marzo de 2016

0.43

Nos separa la luz. Apágala con tus manos, amor, hasta que de ellas se encienda, líquida de nuevo, la noche.

lunes, 28 de marzo de 2016

6.44

Desnuda tú, no tus palabras, para dar la bienvenida a la lengua de fuego del sol con tu piel; yo espero a que despiertes o te entreabras como la flor de tu boca. Pero tú no me ves, ojos en noche abierta; nunca mi mirada en la tuya derramándote de cielos las mañanas.
No me ves, no despiertas, pero tu respiración se me abre en la garganta para respirar de ti, voz o latido, porque no hay sueño ni silencio en el recuerdo.

sábado, 26 de marzo de 2016

1.14

Pero no llegó.
La vida quedó sesgada y todo empezó de nuevo a partir del límite de los cortes. "Esto era lo que queríamos", repetíamos una y otra vez, como si las palabras, en su bucle infinito, pudieran dotar de significado a aquella vida que nos arrebatamos para florecerla en otro lugar, lejos de nosotros. "Esto era, esto era", repetíamos. Una vez, y otra. Y otra. Como si las palabras, siempre tan desgastadas, pudieran ser el suelo donde asentar nuestras nuevas raíces.
Entonces decidimos volver a esperar la lluvia.

viernes, 25 de marzo de 2016

0.05

Noche, te abres las venas en canal y tu susurro empaña en sal mis ojos. "Bebe"; palabra sola. Y mi boca, intuición entonces de tu desconocida forma, se abrió como la flor de tu sangre para mis labios.
Todos se habían ido ya; palabra y forma solas.
Bebí de ti y fui tú por un instante.
Todos se habían ido ya. Noche las dos; desvanecidas palabra y forma.

miércoles, 23 de marzo de 2016

4.05

Mármol o piedra de luna, cuerpo al fin, mero desnacerse para nacer en sí la desnuda infinitud de la muerte.
Pero no: no vuelvas hoy a lamer en sal las grietas de mis manos, horror de la noche.

martes, 22 de marzo de 2016

[la negación]

Pero te me abres en el pecho y tus raíces inundan de ti toda mi boca.

lunes, 21 de marzo de 2016

0.11 [but you never close the door]



Un dolor agudo atraviesa mi piel como el acero, derretido ahora en una boca sin fragua. Tus uñas me arrancan la noche de la espalda para verterla sobre el día, para no olvidar en el parto de la luz el útero primero donde golpearon las aguas. Cien pájaros escapan de mi boca, siendo ella y su canto uno en el límite de lo perceptible. Mírame: me intuyo en las formas que me amputas; siento los miembros arrebatados como si, aún míos, la vibración de su ausencia palpitara en mi propio pálpito.
Y en la noche que todavía se esconde entre las láminas de mi piel cesa el canto para abrirse la voz olorosa de las venas; ¿es esta tu forma de querer?

[what kind of man loves like this?]

domingo, 20 de marzo de 2016

El poeta pide a su amor que le escriba

"Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura."

Federico García Lorca

viernes, 18 de marzo de 2016

Blanco sobre centro blanco

Paso solo en la noche abierta; blanca, piedra de luna o manos en sombra para dar forma al canto, al centro donde me acomodo como útero para volver a crecer, a crecernos, a silencio. Pero te has muerto para siempre, blanca, piedra de luna.
Silencio.
Paso solo en la noche sola.

jueves, 17 de marzo de 2016

0.47 [uncurling lifelines]



Y aunque la voz -agolpada en mi garganta, acaso útero en el que desnacerte-, cómo decirnos nuestra presencia si no encuentro en tu nombre ya más que aquel nombre al que perteneciste.

[and people just untie themselves]

miércoles, 16 de marzo de 2016

12.43

Respiro en tu mar y soy agua o aire conteniendo la blanca transparencia de tu cuerpo en el que no habitas ya tú, sino la oblicuidad del origen que devienes. Abres tu boca y me respiro en ti, pájaro o ala de voz, cuando la otra boca de la noche ha incendiado ya las oscuras orillas de tu cintura. Una palabra en ti, en mí que soy tú para mí entonces, donde la dureza de la noche retrocede sobrevivida; una palabra sola para ser solo sonido entonces, en mí, en ti o en la continuidad de nuestra prolongación sin nombre.

martes, 15 de marzo de 2016

Animal de fondo

«En fondo de aire» (dije) «estoy»,
(dije) «soy animal de fondo de aire» (sobre tierra),
ahora sobre mar; pasado, como el aire, por un sol
que es carbón allá arriba, mi fuera, y me ilumina
con su carbón el ámbito segundo destinado.

Pero tú, dios, también estás en este fondo
y a esta luz ves, venida de otro astro;
tú estás y eres
lo grande y lo pequeño que yo soy,
en una proporción que es ésta mía,
infinita hacia un fondo
que es el pozo sagrado de mí mismo.

Y en este pozo estabas antes tú
con la flor, con la golondrina, el toro
y el agua; con la aurora
en un llegar carmín de vida renovada;
con el poniente, en un huir de oro de gloria.
En este pozo diario estabas tú conmigo,
conmigo niño, joven, mayor, y yo me ahogaba
sin saberte, me ahogaba sin pensar en ti.
Este pozo que era, sólo y nada más ni menos,
que el centro de la tierra y de su vida.

Y tú eras en el pozo májico el destino
de todos los destinos de la sensualidad hermosa
que sabe que el gozar en plenitud
de conciencia amadora,
es la virtud mayor que nos trasciende.

Lo eras para hacerme pensar que tú eras tú,
para hacerme sentir que yo era tú,
para hacerme gozar que tú eras yo,
para hacerme gritar que yo era yo
en el fondo de aire en donde estoy,
donde soy animal de fondo de aire,
con alas que no vuelan en el aire,
que vuelan en la luz de la conciencia
mayor que todo el sueño
de eternidades e infinitos
que están después, sin más que ahora yo, del aire.

Juan Ramón Jiménez

lunes, 14 de marzo de 2016

16.57

Una gota de luz sería suficiente para adivinarte, cuerpo que das forma al cuerpo invertebrado del deseo; una sola gota para beber de mí la infinita marea de mi sed sin nombre. Y yo te pronuncié, amor; te articulé cuando la cáscara de las palabras no podía contenerte, siquiera en su concavidad tan tuya en cuyos huecos quizá los míos. Quizá. Pero allí solo cabía la sombra de mi intuirte, el contorno del espacio de tu ausencia.
Si solo una gota de luz abriera la mañana de la intuición y construyera tu cuerpo en mi vana sombra.
Si solo pudiera retener el instante de tu cuerpo.

domingo, 13 de marzo de 2016

16.25 [and gets louder and louder]

Pero tú adornas tu rabia con caricias que no comprendo, y la piel se me abre entonces como el corazón de las venas que rasgan con furia las paredes de su materia misma. Allí solo el doblar en el pecho; nada más. Alto. Alto. Más alto, anunciándose con muerte el palpitar de la vida. Alto: tu tacto como campanas vibrando sobre la piel asciende hasta llenar mi boca con el sonido de tus dedos; si no el tacto allí, quizá los pájaros de la sangre centelleando en la noche de los cuerpos, amor, amanezcan.

[as empty as that beating drum]

Gacela del amor imprevisto

"Nadie comprendía el perfume
de la oscura magnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.

Mil caballitos persas se dormían
en la plaza con luna de tu frente,
mientras que yo enlazaba cuatro noches
tu cintura, enemiga de la nieve.

Entre yeso y jazmines, tu mirada
era un pálido ramo de simientes.
Yo busqué, para darte, por mi pecho
las letras de marfil que dicen siempre,

siempre, siempre: jardín de mi agonía,
tu cuerpo fugitivo para siempre,
la sangre de tus venas en mi boca,
tu boca ya sin luz para mi muerte."

Federico García Lorca

viernes, 11 de marzo de 2016

0.59

'hasta que la muerte
nos separe' -raíz de alientos
                   abierta
                   en tu costado-,
y aunque no esa, otra muerte ya, amor
       otra muerte ya
nos ha separado

[as if death itself was undone]

jueves, 10 de marzo de 2016

0.47

escuché tu voz hasta llenarme de ti
y desde mí
una palabra tuya:
                           ven

miércoles, 9 de marzo de 2016

4.46 (a)



incluso cuando la luz te alcanza y amanece en ti
hundiéndose en tu cuerpo el océano
de la mañana
       incluso entonces
tu olor a noche abierta

martes, 8 de marzo de 2016

16.35

Incluso entre los brazos de la muerte, con su extraña desnudez en la mía, me pregunto: ¿qué pasará con mi sombra cuando llegue la noche?

lunes, 7 de marzo de 2016

23.29

abro mi sangre entre los brazos del mar y mis pies se arrastran
sobre las venas sagradas
del vino
(si solo pudieras ver, mientras me arranco tu piel,
solo ver, amor,
en lo que me has convertido)

domingo, 6 de marzo de 2016

2.05 [it's not gonna hurt]



la lengua de tus manos en mi sangre
como lame el sol las piernas
de la mañana
       (un precio demasiado bajo, cariño,
por degollarte con el amanecer
en el silencio
de mi garganta)

[oh, my reputation's kinda clouded with dirt]

viernes, 4 de marzo de 2016

0.40 (a)

Para encontrarme me esconderé en el único espejo que no pueda romperse.

Tu cuerpo de mujer llena el vacío y yo oigo su llenar, su ávido deseo de habitar cada espacio hasta colmar de sed los huecos y los líquidos depósitos de luz que se esconden entre las láminas infinitas de la piel. "Hermosa y terrible", susurras mientras me respiro en tu aliento. "Terrible".
Tu cuerpo de mujer llena el vacío y refleja en el delirio de su noche imágenes estáticas de tu deslizarte en lo inhabitado; yo me intuyo en la transparencia especular de los bordes de tu cuerpo. "Hermosa y...".
Entonces el silencio, y en la oscuridad de tu abismo las aguas, llenando con sus inquebrantables formas la forma de mis manos. Escondo mi rostro en ellas, cuerpo extraño en cientos de cuerpos desligados de toda materia, centro donde todo cesa y se reunifica en la pura vibración de la onda. "Hermosa y terrible", susurras, a penas canto de ave sin por qué; en las orillas de mi piel la marea y su reflejo como un canto otro, a lo lejos.
Nos bebo.
Cesa el canto y arde de nuevo, sonoro, el silencio.